Bravo, doña Gabriela

El yihadismo está entre nosotros

Se ha dicho un montón de veces que el 11-S cambió el Mundo y es bien cierto. Sobre todo por el método utilizado por aquellos terroristas y la cantidad de muerte y dolor que causaron. El yihadismo ya se dio cuenta hace tiempo que lo suyo debía ser una guerra de guerrillas, atacando a la población civil e intentando conseguir la máxima repercusión mediática posible. Desde entonces, los casos de células durmientes o “lobos solitarios” que un día deciden perpetrar sus ataques, se han multiplicado. Como también la atención de las fuerzas de seguridad de Occidente a estos individuos. Estos mismos servicios alertaban no hace mucho de mujeres que se casaban con yihadistas y hacían una labor de información y proselitismo en nuestras sociedades, cuando no viajaban directamente a las zonas de conflicto para integrarse en esa lucha. Todo esto viene a colación de la detención de la joven de Gandia que con solo 18 años tenía muy claro su cometido.

Aun así, no está demás que diferenciemos entre árabes (no todos son musulmanes), musulmanes (son los seguidores de una religión pero no debemos identificarlos con ningún país en concreto y como en otras religiones hay muchas maneras diferentes de profesar su fe) y el yihadismo que no debemos confundirlo ni con árabes, ni con musulmanes, porque los yihadistas son terroristas que utilizan la falsa justificación de la religión -en este caso el Islam-, como podían utilizar cualquier otra. En cualquier caso sabemos que estos individuos están entre nosotros -como en su día estaban los miembros de ETA, del Grapo o de los Gal- y debemos extremar precauciones, pero no por ello señalar a quien no lo merece. No todas la mujeres musulmanas que hagan uso de determinadas prendas deben ser identificadas con el yihadismo. Todavía recordamos la amarga queja de algunas mujeres valencianas que tras el atentado de Nueva York o de Madrid eran vituperadas por la calle. Así, máxima atención y precaución sí, persecuciones gratuitas, ni una.

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