Bravo, doña Gabriela

Eso de catalanizar «València» tendremos que votarlo

Eso de catalanizar “València” tendremos que votarlo, señor Ribó. Hemos de comenzar este artículo admitiendo que nos parece fabuloso que, tras 20 años de creación de una norma, se pongan los medios administrativos para que se aplique. La difusión y el uso de la lengua valenciana es una de las necesidades más básicas del pueblo valenciano para el autoreconocimiento de su cultura y el sentimiento de identidad como unión, como esencia, como todo. Pero aprovecharse de una legislación, carente de aplicación, para colocar un nombre a la ciudad de Valencia  en un idioma distinto («València») a los dos oficiales en el territorio -valenciano y castellano- lo deslegitima.

Usted, vecino de Manresa, quiere venir a imponer algo que los valencianos mayoritariamente no se creen. No hay que ser muy listos para darse cuenta que el idioma que ustedes escriben, raramente hablan y pretenden meternos con calzador está hecho a retazos y está repleto de incoherencias. El pretender escribir una palabra -en este caso topónimo- con una vocal abierta (‘è’) que choca con la pronunciación real de la palabra (‘é’) es rozar el esperpento y es una total burla a lo racional.

Si escribimos “València”, la pronunciación se convierte en un grave problema para los que siempre hemos llamado a la ciudad del Turia por su nombre. Sobre todo para algunas personas mayores, que verán en grave riesgo el estado óptimo de su dentadura, en los días en los que el pegamento dental escasee en su zona de aseo.

Fuera de chistes, porque esto nos hace poca gracia o ninguna, tanto que está usted a favor de los referéndums -los pide para Cataluña, las festividades taurinas y, dentro de poco, los pedirá para Semana Santa- someta a votación su interpretación y manipulación del sentido de la norma, que no es, precisamente, la motivación inicial de la misma, que era el reconocimiento de la identidad de un pueblo, comenzando por la valencianización del nombre castellanizado de la capital, no su catalanización. Pero ya sabemos que usted es como el rey Midas y todo lo que toca lo convierte a su ideología, desde el revanchismo y el oportunismo.

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