Bravo, doña Gabriela

La “periodista” Petra Laszlo: no todo vale

Siempre hemos revindicado el papel del periodismo como mediador necesario entre los hechos y la sociedad. Los medios de comunicación modernos, desde su aparición allá por el siglo XIX, han cumplido la función de intentar transmitir su verdad, impidiendo en muchas ocasiones abusos. También han servido para desvelar tramas corruptas, movilizar a la sociedad en asuntos de importancia general y, en definitiva, para hacer de contrapeso a esos otros poderes políticos o económicos, para los que en ocasiones han sido molestos. Dejando de lado el falso mito de la imparcialidad, hay una línea que el periodismo nunca debe traspasar: la de formar parte de la noticia. Según cuentan, a los fotoperiodistas les ha pasado en más de una oportunidad que se han planteado si dejar la cámara en el suelo y tirar una mano a los protagonistas de la imagen que estaban captando. Algunos no han podido evitarlo, otros se han mantenido al margen cumpliendo con su cometido de hacernos llegar la denuncia congelada. Muchos de ellos son héroes. Referentes para generaciones venideras.

Otra cosa es aquella execrable máxima: “que la realidad no te fastidie un buen titular”, nada que ver con el periodismo en mayúsculas. Pero siempre hay ovejas negras que ensucian el nombre de los grandes cronistas y que son capaces de manipular la información para conseguir una portada. Y en Alcàsser podrían nombrar a unos cuantos. En la crisis de los refugiados sirios estamos viendo grandes periodistas, valientes, como aquel que con los ojos empañados se sobrepuso y fotografió el cadáver de Aylan en la playa turca. Pero también vemos lo peor de la profesión y la actuación de Petra Laszlo está en este grupo. Su proceder es el más puro intrusismo -por muchas estudios universitarios que pueda tener-, porque su zancadilla a ese refugiado sirio que carga a un niño en la frontera húngara, es una zancadilla a toda la profesión. En su afán por conseguir unas imágenes que puedan tener mayor “venta”, Petra Laszlo se ha convertido en noticia, y no por su inmediato despido, si no por representar la cara más sucia de la Humanidad. Esperemos que su acto no sea en vano y que en las facultades de Ciencias de la Información y la Comunicación se ilustre el mal periodismo con el vídeo de Petra Laszlo.

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