Las perspectivas y expectativas del nuevo gobierno de Rajoy

Las perspectivas y expectativas del nuevo gobierno de Rajoy

Pasadas las primeras horas desde la toma de posesión de los ministros del Gobierno Rajoy nos va llegando la paz y la serenidad para analizar y extraer lo esencial, la consolidación del equipo económico, reforzado por Álvaro Nadal y la presencia de 3 de los 6 negociadores de las tan citadas 150 propuestas con Ciudadanos de fondo. Los tres fueron Nadal, Fátima Báñez y Dolors Monserrat que ayer se autotituló el acento catalán del gobierno, cosa que es evidente.

De paso, las incorporaciones de los citados más De la Serna, nacidos todos en la década de los 70 como los de la nueva política, rejuvenecen un tanto el equipo de esta vieja política que se resiste a perder posiciones gracias en gran medida a la incapacidad de lo que viene por detrás.

Confirma Rajoy, por si hiciera falta, que no está dispuesto a tocar los cimientos que sustentan la política económica seguida durante los cuatro años últimos para salvar la crisis. Para ello cuenta con el apoyo de Ciudadanos, más allá de tres o cuatro retoques incluidos entre los ciento cincuenta puntos de su pacto. Y ahí estarán los vascos del PNV también.

El político está abierto; es el campo donde habrá de demostrar que el Gobierno tiene definido el horizonte en el que aspira a dejar instalado este país, y más o menos pergeñada la estrategia para hacerlo posible.

Este es el gran reto nacional, pendiente de ser asumido no sólo por los populares encargados del Gobierno de la Nación, sino también por el conjunto de las fuerzas políticas. Algunas, ya se sabe, no están en eso ni tampoco cabe esperar demasiado de ellas; los podemitas siempre estarán enfrente, sea cual fuere la posición de las fuerzas constitucionalistas; los secesionistas plantean otras cuestiones.

Ahí precisamente reside la exigencia de la pedagogía necesaria para reconducir los problemas a su cabal dimensión. Ahí es donde el Gobierno, éste o cualquier otro que estuviera en su lugar, tiene que activar los resortes precisos para concertar una política educativa capaz de recuperar la realidad extraviada tras las cesiones hechas a los gobiernos autonómicos. Los sentimientos son difíciles de modificar pero nunca tan tercos como la realidad.

Es fundamental una gestión inteligente de las iniciativas culturales, fomentando la creatividad e impulsando el reconocimiento de nuestros mejores valores. Lejos del dirigismo propio de quienes dicen redimir a “la gente” a base de orejeras. Porque de lo que se trata es de abrir espacios a las personas.

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