Bravo, doña Gabriela

Las provincias, las diputaciones y el chiringuito político

Las declaraciones de ayer del que fuera conseller de Economía y ahora diputado en Madrid saliente y presidente del Partido Popular de Alicante, José Císcar, además de destilar todavía el ácido sabor de la derrota electoral, denotan desconocimiento y subrayan la ambición de algunos por seguir manteniendo el chiringuito político provincial. Venía a decir el atolondrado Císcar que el Consell quiere acabar con las provincias como paso previo a la formación de los países catalanes. Estamos convencidos que un gobierno, como el actual Consell, encabezado por el PSOE, tan centralista él, tenga entre sus planes hacer ningún movimiento tendente a esa irrealidad tan lejana del pensar mayoritario de los valencianos. Otra cosa es que por fin hayan entrado en razón y por una parte dedican aplicarse los recortes ellos mismos al aceptar las reivindicaciones seculares del valencianismo para ir mermando de competencias las diputaciones, y por otra parte venir a reconocer que, como ya hemos señalado en otras ocasiones, las provincias no sean más que el instrumento que diseñó Madrid para sembrar la discordia entre ciudadanos del mismo territorio histórico, como es nuestro caso.

En realidad, la preocupación de Císcar reside en que políticos de segundo nivel como él, solo entienden la política como un modo de vida y además, a costa de la confrontación diaria. Su preocupación por la provincia, es la preocupación por su chiringuito político. Una diputación que sirva de contrapoder a todo lo que se ponga por delante, y sobre todo a la Generalitat. Una presidencia muy local de su partido para tener una cuota de patética divinidad en el seno de su partido. Estos clase de políticos sí que están dispuestos a romper España pensando egoístamente en su chiringuito particular. ¿Qué sería de ellos sin estas zafias maniobras?, poca, muy poca trascendencia política y social. Ya está bien de querer separar a valencianos por unas demarcaciones irreales y con el único arraigo que les dio el franquismo y en estos años de reforma democrática, el PP tanto en Alicante como en Castellón. Se llenan la boca de provincia aun a sabiendas del mal que causan y solo pensando en un interesando provecho personal. Una pena que la política produzca estos monstruos.

Ir arriba