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Mariano cogió su fusil o el Partido Popular pasa al ataque

En la última semana del mes de agosto y viendo que a sus adversarios políticos todavía los puede pillar con el traje de baño puesto, el Partido Popular ha decido ponerse en marcha por aquello del que pega primero, pega dos veces. Nos llegan noticias del argumentario que el flamante nuevo vicesecretario general de comunicación del PP, Pablo Casado, está distribuyendo tras la reunión ayer del Comité de dirección del partido. Son ideas fuerza sobre las que parece que pivotará el grueso de la dialéctica popular en la campaña para las Generales 2015. Sabiendo que la criada respondona, como algunos populares denominan al partido de Albert Rivera, los pueden pillar con el pie cambiado al centrar Ciudadanos toda su atención en las elecciones catalanas de septiembre, nada mejor que ponerse a trabajar ya para recuperar un voto que creen en Génova que puede verse disminuido al comprobar que esa división de sufragios ha servido para que la Derecha no gobierno en algunas autonomías y en muchos ayuntamientos.

Entre las nuevas consignas no falta el guiño a pensionistas, para los que anuncian una subida del 0,25% en pensiones contributivas y no contributivas, y funcionarios, para los que se promete la recuperación de la paga extra entre el presente año y el próximo y una subida salarial del 1%. También se pretenden “vender” los recién presentados Presupuestos Generales del gobierno de Mariano Rajoy como los más sociales, junto con una previsión de crecimiento del 3,3% para 2016. Además de dejar de costado la reforma de la Constitución -al más puro estilo Pujol, dicen que ahora no toca-, vuelven a tropezar con la piedra de los resultados electorales y los pactos poselectorales para conseguir gobiernos. Insisten en que el gobierno sea para la fuerza más votada, incluso deslizan la posibilidad de modificar la Ley Electoral para convocar una segunda vuelta con aquellas formaciones que superen el 15% de los votos o una prima de representación para el partido más votado para “garantizar la gobernabilidad”. Así, vuelven a olvidar que algunas figuras políticas del PP se crearon o engrandecieron al socaire de los pactos de gobierno; y por citar los más conocidos de la política valenciana debemos recordar que el pacto entre PP y UV hizo de Rita Barberá la figura política que es hoy en día, o el pacto de 1995 entre los mismos partidos desplazó a Joan Lerma de la presidencia del Consell, a pesar de haber sido el candidato más votado. Tal vez, Cristina Cifuentes -presidenta de la Comunidad de Madrid gracias al pacto con Ciudadanos- no opine igual, pero ya saben que en campaña, todo vale.

En la política valenciana también se nota, con perdón de Alberto Fabra, la nueva presidencia de los populares. Es evidente que Isabel Bonig está azuzando a los suyos para recuperar el protagonismo político que habían perdido tras las autonómicas y municipales de mayo. Santamaría, Betoret y Moragues parecen los escogidos para encarnar a los nuevos mosqueteros de la presidenta del PPCV. Y no solo cabalgan a lomos del caducado refrito periodístico a costa del conseller Marzà, también toman la iniciativa aprovechando las torpezas de Artur Mas y sus lenguaraces consellers metepatas, critican la falta de unidad de criterio en el gobierno encabezado por el tándem Puig-Oltra, presentan iniciativas de apoyo a las diputaciones (en este aspecto absolutamente en solitario en el arco político valenciano), salen en defensa de los PGE 2016 o presentan propuestas para generar empleo. En cualquier caso ya no se trata de la lánguida inactividad de la que venían adoleciendo porque ya se puede afirmar que el PP pasa al ataque.

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