Bravo, doña Gabriela

¿Para cuándo la vuelta del patrimonio valenciano a casa?

Hace unos días nos costaba grandes sudores (aunque en estos días no tenga demasiado mérito) explicarle a una visita venida de fuera de España y que recibíamos en nuestra redacción que para ver la obra de Joaquín Sorolla debía ir a Madrid. Nuestro pintor no es la única parte del patrimonio valenciano que no está donde debería, es decir, en su casa. Nos acordamos también de la Dama de Elche (en Madrid) o la parte valenciana del Archivo de Salamanca (en Barcelona) entre otros muchos más ejemplos sangrantes. Ya hemos señalado en diversas ocasiones la mala distribución de la cultura en el Estado, fruto de un afán acaparador y centrípeto que solo piensa en Madrid y alrededores y que en ningún momento se plantea la animadversión que genera detalles como este en todo el Estado. Ceguera o miopía, pero sobre todo injusticia. Como lo es también que algunas empresas radicas fuera de la capital del Estado tengan radicada su dirección fiscal en Madrid, como ocurre con la Ford (?) y más recientemente con Bankia. Como lo es también la cantidad de funcionariado de la administración pública que tributa y gasta en Madrid. No es un asunto baladí, estas cosas generan una desafección complicada de gestionar.

Al final se trata de la concepción y la estructura del Estado, nada horizontal, creado desde el centro hacia los extremos y que este funcionamiento hace más por el nacionalismo periférico que mil decretos de Nueva Planta. Estando sustentado por un grupo parlamentario nacionalista, lo lógico sería que el nuevo gobierno valenciano y en particular el conseller Marzà, tuviera en la agenda de gobierno este asunto como un tema fundamental. Se pueden llegar a acuerdos y soluciones imaginativas y tecnológicas, pero la cultura de un Pueblo debe de estar en su casa.

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