Bravo, doña Gabriela

Patriotas de cara a la galería, traidores al volar a Panamá

Patriotas de cara a la galería, traidores al volar a Panamá. Los caminos para solucionar el grave problema de la desafección ciudadana respecto a los partidos políticos y, en general, a todos aquellos que de uno u otro modo nos representan, desde diversos sectores, no pasan por noticias como las de ayer. Aquella señora con aires de loca que nos mandó “a callar” a los españoles, cuando el marido de su sobrina estaba en el foco mediático en los albores de Nóos y era partícipe de todo lo que después descubriríamos, resulta que nos estafa.

Hemos conocido que doña Pilar de Borbón, hermanísima del rey emérito, déspota de nacimiento y enemiga número uno de los periodistas que hacen bien su trabajo, tiene gran parte de su patrimonio oculto en Panamá. La Casa Real, mientras tanto, se niega a hacer declaraciones, ya que “no pertenece oficialmente a la institución”. Sin embargo, su parentesco y su sangre Real, a pesar de que su padre nunca llegara a reinar, no así sus ancestros, le ha valido para vivir como una reina, sin pegar un palo al agua.

Derrocha banderas igualdas en muñecas, complementos y demás enseres que nutren su cutre vestimenta de vieja gloria. Como dice el refranero español: dime de lo que presumes y te diré de lo que pareces. Ahora, ha quedado de manifiesto que de patriota tiene lo mismo que el más sucio traidor. Si, señora. Usted es una traidora, al igual que todos aquellos y aquellas que, como usted, se vanaglorian de su condición de españoles para luego evadir capitales a paraísos fiscales.

Ese patriotismo nos repugna, casi al mismo nivel que aquellos políticos valencianos que acceden a un cargo de representación estatal, diciendo que van a defender los intereses de los habitantes de su tierra, y meses después pegan “cabotaes” cuando su partido menosprecia a la Comunitat Valenciana y a los castellonenses, valencianos y alicantinos. No queremos señalar a nadie, pero seguro que esos individuos leerán este editorial, como suelen hacer diariamente, y se sentirán identificados. Esperamos que también sientan algo de vergüenza, porque es para avergonzarse.

Obras son amores y no buenas razones.

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