Podemos, aquel partido modelo que venía a revolucionar la política, más allá de los cargos y de la habitual “mala praxis” política, quiere acercar posturas con el PSOE en Madrid para llegar a un gran acuerdo que posibilite un gobierno en España. Para ello, han comenzado a hablar de lo que saben y de lo que parece ser que es lo único que les interesa: los sillones, así como los sueldos y privilegios que de ellos emanan. Podemos no pide un gobierno de cambio, sino de intercambio… de sillones
Sin embargo, según dictan los acontecimientos, no va a ser una cuestión de copar el poder ejecutivo a nivel nacional, sino a nivel autonómico también. Podemos se ha cansado de ser el partido que suma votos que posibilitaron los gobiernos autonómicos, sin obtener poltronas. En un primer momento, quisieron demostrar que otra política era diferente y lo hicieron a regañadientes. Pero, de un tiempo a esta parte, parece que han cambiado de opinión, sobre todo, desde que Pablo Iglesias, el que ha acabado por ser el verdadero “don Pantuflo”, saliera de su despacho con el Jefe del Estado español y hablara de vicepresidencia y ministerios, antes que hablar de propuestas y programa. Vamos, desde que se les vio el plumero, que no la pluma, del autoritarismo, su única concepción de poder.
Después de hacer el ridículo en las dos sesiones de investidura que llevamos hasta el momento, que deseamos que sean muchísimas más con tal de no repetir comicios, ahora Podemos quiere revisar los pactos de gobiernos en las comunidades autónomas donde gobierna el PSOE con su apoyo. Entre esos documentos, quieren revisar el Acuerdo del Botànic, firmado por Antonio Montiel, junto a Ximo Puig y Mónica Oltra. El objetivo no es otro que conseguir poder, además de visibilizar un trabajo que han acabado por darse cuenta que no se ve, si no están en el ajo.
Hasta ahí lo entendemos todos y lo respetamos, pero ¿por qué llegaron ustedes prometiendo erradicar comportamientos que acaban por asumir en su propia labor?