Con el campo no se juega

Por un pacto valenciano por el turismo

Que si la ciudad de Valencia huele mal y está llena de carteristas, que si los turistas que vienen no conocen nada sobre nosotros, los valencianos, solo tópicos (como la mayoría de dudosa procedencia, cuando no directamente basados en una falsedad) trasnochados… En definitiva se advierten unas carencias en nuestra manera de encarar la industria del turismo que merece una reflexión y un análisis de expertos, para que luego nuestros gobernantes se pongan manos a la obra y lleven a cabo aquellas acciones necesarias para no tener que volver a producir titulares como en ocasiones no vemos obligados los medios de comunicación. Queremos mucho nuestra tierra, pero en cuanto salimos fuera, vemos otros lugares del mundo que sí se han tomado muy en serio este motor económico y de hecho, a la vuelta de nuestras vacaciones, comentamos con amigos y familiares lo bien que estaban organizados donde fuera.

Pero el error ha sido de bulto. Aquí se pensó que con un puñado de PAI se arreglaba todo. Y así, hemos asistido a la destrucción de algunos de nuestros parajes naturales (más o menos bellos, pero imprescindibles para el equilibrio de nuestro medio ambiente) en pos del desarrollo económico. Pero no todo vale. Y ahora pagamos las consecuencias. Tenemos plagada la costa valenciana de promociones de apartamentos que tras leyes concursales de sus constructoras o promotoras, ahora se comercializan a precios casi de saldo. Esta hipertrofia sin ton ni son, se corresponde con la falta de proyecto para el turismo valenciano; y rima con aquello de “no plante taronges, plante rajoles que són més rendables”. Son los males de los que ya habló uno de nuestros escritores más preclaros recientemente desaparecido: Rafael Chirbes.

Como decía el concejal Pere Fuset a su paso por La estoreta el programa de nuestra radio hermana News FM, a veces buscamos fuera lo que ya tenemos aquí. No se trata de pagar grandes sumas para traer aquí acontecimientos de poco calado económico en general para la sociedad, como la Fórmula 1, de la que seguimos esperando un informe de impacto económico creíble, si no explotar lo que nos caracteriza a los valencianos, lo que no tienen otros más que nosotros. Siendo pioneros y maestros de la pirotecnia, ¿por qué dejamos de organizar un concurso internacional? Además de los esfuerzos de una marca de arroz y de Eugeni Alemany por dar a conocer nuestro plato más universal, la paella, ¿por qué no pensamos en actividades relacionadas con ella atractivas para el turismo? ¿Y las fallas?, ¿y las fiestas de Moros y Cristianos?, si hay que plantar una falla en julio, se planta y si hay que hacer la entrada de moros y cristianos más grande del mundo para turistas, la hacemos, como hicieron en Río de Janeiro con el “salsódromo”. ¿No se puede poner en relación nuestra rica artesanía con el turismo? Y así podríamos seguir dando ideas, pero no somos expertos, solo observadores. Por todo ello y antes de matar definitivamente a la gallina de los huevos de oro, estamos convencidos que los valencianos necesitamos un gran pacto, con la participación no solo de todas las fuerzas políticas, también de todos los sectores implicados, que defina un modelo de turismo sostenible, rentable y sobre todo perdurable y fuera de los vaivenes políticos.

Ir arriba