Bravo, doña Gabriela

Ribó dimisión

Ribó dimisión. El alcalde y figura principal del “gobierno del cambio” del Ayuntamiento de Valencia, Joan Ribó, ha acabado por parecerse demasiado a lo que había antes de su toma de posesión. No ha esperado ni a la primera crisis de gobierno, ha traicionado a su electorado desde el primer momento. De hecho, aún seguimos sin tener pruebas de peso de que ese cambio, que se iba a producir desde el minuto cero en el que entraran a gobernar y que se ha quedado en cuatro hechos polémicos de poca relevancia en la práctica.

Mucho gesto y pocas acciones. Mucho ruido y pocas nueces. Eso sí, la “xocolatada amb bunyols” que no falte y tampoco la dosis ideológica que entrañan las innovaciones insignificantes, que no hacen más que ridiculizar los fines que pretenden conseguir, en búsqueda del rédito político y haciendo un flaco favor a los idealistas que creyeron en su proyecto. Ahora, se encuentran poseídos por el espíritu de la decepción. Si venía a acabar con la desafección de miles de ciudadanos de Valencia, señor Ribó, cansados de la desgastada política de Rita Barberá, ha acabado por ser una fábrica de desafectos.

A pocos meses de haber comenzado ese “nuevo tiempo” de la política, usted ya se ve envuelto en su primer escándalo de malversación de caudales públicos, al pagar del bolsillo de todos un viaje de partido a Galicia, como bien apunta la Fiscalía. Sí, señor Ribó. Con dinero de todos nosotros usted costeó su desplazamiento a la Cumbre de Alcaldes por el Cambio, organizada por Podemos y sus amalgamas antisistema (llamadas confluencias ciudadanas por analistas poco acertados) que, nunca lo olvidemos, le auparon a usted al poder.

Usted anuncia que dimitirá, si el juez, finalmente, decide investigarlo. Pero, si realmente quiere demostrar que usted actúa diferente a los demás, que es un verdadero político del cambio, dimita ya. Si sabe que lo que está pendiente de investigar es cierto, no utilice frases malgastadas por muchos como la de que “hay que esperar a que la justicia marque los tiempos”, ni reclame para usted la presunción de inocencia, cuando usted sabe cómo actúo y conoce su culpabilidad o inocencia de antemano. Si su conducta es esa, estará procediendo igual que aquellos en cuya desgracia se apoyó para llegar a su sillón de primer edil.

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