Se acaba la hucha de las pensiones, ya es una realidad. Según los cálculos del propio Gobierno, reconocidos ante Bruselas, apenas queda un año de dicho fondo. Cabe recordar que fue creado para afrontar momentos de vacas flacas, una especie de colchón, por así decirlo. No obstante, dicho colchón se ha acabado. Los expertos del Gobierno aseguran que, si no sufre demasiados cambios el panorama poblacional actual y el ritmo de creación de empleo, el sistema puede aguantar. A más población vieja, menos joven y con más problemas para acceder al mercado laboral y conseguir unas cotizaciones dignas, el panorama es muy negro.
Nuestros políticos a nuestros jóvenes deben de contarles la verdad. Dejarse de chiquitas y de hablar de tonterías y decirles que la cosa pinta mal. Negro tizón, según muchos. ¿Por qué no dan armas para que nuestros jóvenes puedan formarse y competir en un mundo cada vez más globalizado? Es inaceptable que los estudiantes españoles salgan, de media, con un inglés mucho peor que el de muchos países llamados subdesarrollados. Intolerable. Claro está que no hay que empujar a nadie a emigrar, pero el mundo viene así, y o nos preparamos, o seremos carne de paro y empleo de baja calidad.
Ser un país de servicios está bien, pero eso no puede serlo todo. ¿Qué fue de la industria? ¿Qué fue de la agricultura? Ya no queda nada, no han dejado nada. Recientemente celebrábamos los cuarenta años de Ford en Valencia, y no es para menos. Hay que seguir insistiendo en el modelo de empleo estable y duradero para nuestros ciudadanos. De lo contrario, los servicios públicos no se podrán sostener. Tendremos cada vez más empleo precario y pensionistas pobres que no llegan a fin de mes.
Repensemos el modelo, recortemos lo superfluo para invertir en lo necesario.