2.500 apartamentos y un puerto con 500 amarres, en la mesa de juego de Gibraltar

 

 

Se llama “Catalan Bay” porque en la cara este del Peñón hay una pequeña bahía que lleva ese nombre: Bahía de los Catalanes. Pues bien, entre ella y la playa Eastern Beach, más cercana a La Línea, hay un área rocosa, hasta ahora un erial donde hubo en su tiempo vertederos, donde el primer ministro Picardo proyecta desarrollar el futuro de un Gibraltar sin impuestos. Es Cabo Privilegiado (“Cape Vantage”) donde se quieren levantar una docena larga de torres con 2.500 apartamentos y un puerto deportivo con amarres para 500 embarcaciones de alta calidad.

Un hotel de lujo, estacionamientos subterráneos que la colonia necesita como oro en paño, centros comerciales de los que no dispone, un parque central y un derroche de palmerales configuran, junto con los 2,500 apartamentos de lujo, lo esencial del proyecto, que copia tanto del estilo de Florida como del marbellí… cotizándose a unos 4.000 euros el metro cuadrado construido.

Desde hace tiempo España ve con preocupación la construcción de espigones y escolleras que generan playas en la costa rocosa Este de la isla, que no las tenía. Se trata de ganar suelo al mar, de aumentar el territorio del Peñón, tarea que generalmente se efectúa trayendo los materiales de España o echando mano del propio montículo gibraltareño.

La inquietud española parte de un principio básico: en 1713 se cedió a Gran Bretaña la Roca, en virtud del Tratado de Utrecht pero en modo alguno el mar que la rodea. La única excepción estaría en el puerto, lógico para el acceso a la colonia, aunque desde 1713 no ha hecho sino crecer y crecer de forma arbitraria.

Los bajísimos impuestos de Gibraltar obran el milagro que el gobierno de Picardo y un grupo de inversores prepara hace tiempo. La promoción de los apartamentos ya está en internet y el concepto se vende libremente: una zona británica, mediterránea, de clima privilegiado –salvo el ventarrón de Levante– con amarres baratos y combustible de “low cost” garantizado. Por descontado que el puerto proyectado tendrá servicios de mantenimiento y reparaciones de las embarcaciones, con precios adecuados a los mínimos impuestos que allí se pagan.

Se trata de un punto ideal para que los 7.000 gibraltareños adinerados que viven en la Costa del Sol puedan “regresar a casa”. Y desde luego un punto del mundo perfecto para toda clase de negocios: porque cada uno de esos hipotéticos apartamentos puede ser sede de un banco, una casa de seguros, una empresa de juego on-line o un bróker bursátil. Todo es posible con solo un 10 % de impuestos sobre los beneficios de las empresas. Así es como Catalan Bay se presenta, y quiere ser, el megadesarrollo de paraíso fiscal sostenido en el anacronismo de una colonia, que mantiene un país de la Unión Europea sobre otro.

España se está moviendo en todos los ámbitos para impedir el nacimiento del proyecto. Más allá de defender las aguas territoriales, el Gobierno defiende el medio ambiente porque crecer sobre el mar a base de rocas, tierras y escombros no suele ser una forma generosa de respetar los fondos marinos. Las directivas de la Unión Europea se vulnerarían a cada paso y España quiere impedirlo. Bastante problemas hay ya con las 20.000 toneladas largas de basura que Gibraltar genera cada año y que hay que sacar a la península.

Por cierto que entre los proyectos de Picardo está la construcción de algunas infraestructuras nuevas. No hay, por ejemplo, una buena estación depuradora de aguas negras, que en buena medida van al mar sin depurar lo que es imposible de sostener con 37,000 vecinos en la colonia. Picardo quiere construir también una nueva cárcel, al tiempo que contempla resolver los problemas de falta de energía ubicando una central térmica que quemaría gasoil para depender menos del suministro terrestre desde España.

Del proyecto Eastside Development venía hablando la prensa local gibraltareña hace algunos meses, pero no había calado en el exterior de forma especial. Se tomaba más como parte de los proyectos políticos del ambicioso ministro principal de la colonia. Pero es ahora cuando, a raíz de la campaña iniciada por el Gobierno español, se están percatando en Europa de que se habla de una inversión de 1.500 millones de euros destinada a ampliar el suelo de un paraíso fiscal a costa de aguas territoriales españolas.

El nombre «Catalan Bay» tiene origen en la Guerra de Sucesión. Trescientos cincuenta expedicionarios catalanes, partidarios del archiduque Carlos de Austria, desembarcaron en esa playa para unirse a las tropas británicas y holandesas que habían ocupado el Peñón en el curso de la guerra contra Francia y España. Su idea era combatir a España en favor de la causa de don Carlos, la misma que en Valencia defendieron los «maulets», derrotados en 1707 en la batalla de Almansa. Esos hechos se produjeron en 1704, mucho antes del tratado de Utrecht (1713) que permitió que los británicos invasores continuaran en su ocupación del Peñón. 

Ir arriba