A Hacienda le gusta el fútbol

 

Solemos pensar que los organismos de la Administración son fríos y ciegos, lo que nos garantiza una cierta objetividad, pero hay que reconocer que determinados hechos revocan esta idea generalizada.  Al ministerio de Hacienda, por ejemplo, le gusta el fútbol. Desde el ministro hasta el último inspector recién llegado se nota que en el ánimo de ese segmento del Gobierno existe una afición que no pueden ocultar.

Los clubes de fútbol suelen ser sociedades anónimas, excepto tres o cuatro excepciones, y como toda sociedad mercantil tienen sus obligaciones con los impuestos, y, sobre todo, con la maltrecha Seguridad Social. Pues bien, de los 3.600 millones de euros que suman, aproximadamente, las deudas del fútbol profesional, cerca de 700 millones corresponden a cuotas de la seguridad social que se han dejado de pagar. 

Es en este aspecto donde Hacienda no se anda con contemplaciones y es capaz de embargar una fábrica por una deuda de miles de euros, aunque esa medida conlleve que se queden en la calle un centenar de trabajadores. En ese sentido, su política es implacable y no admite excepciones. Bueno, sí las admite: la del fútbol.

En Hacienda deben ser tan forofos que hacen la vista gorda ante un desenfreno que tiene su recochineo en la exhibición impúdica de cantidades de dinero ingentes destinadas a fichajes. Puede que no haya dinero para pagar las cuotas de la Seguridad Social, pero lo hay para contratar a un jugador o un entrenador. Como sociedades anónimas tienen potestad para gastarse lo que quieran, y en lo que quieran, aunque a algunos les parezca una barbaridad, pero como ciudadanos sujetos a la estricta disciplina que nos impone la política fiscal, supone un agravio comparativo que irrita bastante, por ejemplo, a esos autónomos que tuvieron que cerrar sus empresas debido, precisamente, a las deudas con Hacienda.

Esta inopinada y no escrita bula con el fútbol debe estar originada en un entusiasmo delirante por el campeonato de Liga que recorre todas las escalas jerárquicas del más antipático de los ministerios. A Hacienda le gusta tanto el fútbol que su misericordia recaudadora con los señores del pelotón  es un auténtico escándalo.

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