¿Cantidad… o calidad?

 

Que gran y diverso país el nuestro. Capaz de las mayores hazañas y de las peores miserias. Sí, somos como somos, pero hay algunas cosas que nos perjudican más que nos benefician, y que deberíamos cambiar…. como nuestro gusto por la cantidad sobre la calidad.

Aunque lo paradójico es que si nos preguntas individualmente a cualquiera, afirmaremos sin temor a equivocarnos que la clave es la calidad, el hacer bien las cosas y no el dispersar esfuerzos… aunque eso sea justo lo que NO hacemos.

¿Quieres un ejemplo? Vamos a hacernos sangre, hablemos de aeropuertos: Aunque tenemos muchos más que en Alemania (España 52 vs.  Alemania 39), el tráfico en 2011 en España fue de 194 millones de pasajeros mientras que en Alemania fue de 200,4 millones… o sea, que o ellos tienen demasiados pocos o nosotros demasiados.  Y la respuesta es obvia: de los 52 aeropuertos españoles , sólo 8 dan beneficios.

Y éste es sólo un pequeño ejemplo del carácter español, donde en lugar de aunar fuerzas, concentrarnos y competir mejor preferimos hacer las cosas solos. Quizás porque así seremos los directores, propietarios o amos del negocio… aunque sea algo mucho más pequeño y dure sólo unos pocos años. 

Nuestra geografía está plagada de monumentos al ego, pirámides erigidas en honor de falsos dioses (o al menos de personas que se sienten como tal)… que rápidamente se convierten en panteones donde descansan sus restos.

Esto no ha sido un problema especialmente grave cuando peleábamos en nuestra pequeña economía española, cuando no faltaban clientes y sabíamos que mañana sería mejor que hoy sin duda. 

Pero nuestro pueblo se ha hecho grande. Ahora el campo de juego es global, competimos con empresas de todo el mundo y la situación no acompaña. Los clientes se han convertido en mercenarios que se venden al mejor postor (¿o es que se han cansado de estar cautivos?) y la vida es mucho más difícil de lo que era.

Y en este escenario no nos podemos permitir seguir replicando empresas, instituciones o negocios para atender al cliente local (que gran mentira con la que llevamos años justificando nuevas copias). Debemos hacer nuestro ese raro palabro, “glocal”, y aunque actuemos a nivel local debemos tener visión global… algo para lo que es imprescindible que dejemos de buscar la “cantidad”, nos unamos y explotemos las sinergias y peleemos juntos en pos de la calidad.

Y esto sin duda aplica a los nuevos actores del panorama emprendedor: aceleradoras, incubadoras, fondos de inversión… tenemos, según Spain Startup Map (http://www.spainstartupmap.com/) 54 aceleradoras, 70 incubadoras y casi 150 inversores… algo positivo per sé, ya que supone que crece el apoyo a los emprendedores… pero peligroso.

Porque en lugar de aprender unos de otros, compartir recursos y tener un mayor conocimiento de lo que funciona y lo que no, nos enfocamos en reinventar una y otra vez la rueda, en tener nuestro pequeño cortijo .  Con una viabilidad a medio plazo en cuestión… pero nuestro, donde podamos poner “director”, “CEO” o “presidente”. 

El problema es que eso genera un tejido emprendedor endeble y de poca calidad, donde el conocimiento no fluye y donde una y otra vez tropezamos con la misma piedra… pero una vez cada uno. Donde clonamos la misma iniciativa pero le cambiamos el nombre, para que sea nuestro. Y si viene con subvención, mejor.

Pero no pasa nada, el tiempo pondrá a todo el mundo en su sitio. Nos guste o no, el mercado nos va a empujar a un movimiento de consolidación, en el que los que realmente aporten valor permanecerán y el resto desaparecerá… a menos que intervenga el gobierno e impida que los dinosaurios desaparezcan, algo a lo que parece que le está cogiendo el gusto.

Pasó hace años con Infovía, donde surgieron más de 100 proveedores de acceso a Internet que se subían a la ola, intentando clonar lo que había hecho su vecino pero vendiéndolo más barato. Y claro, el mercado en poco tiempo hizo que desaparecieran la mayoría (creo recordar que casi el 90% de los proveedores existentes fueron absorbidos o desaparecieron) y dejó a los que más clientes (¿más valor?) tenían

Así que planteémonos seriamente si lo que estamos haciendo realmente aporta valor, si nuestra visión es realmente global y unificadora o nos estamos construyendo un cortijo. Porque si ese es el caso, mejor aprovechar ahora y unir esfuerzos que esperarnos unos meses a que el mercado nos barra de un plumazo… ¿no?.

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