La marca de Banco de Valencia sobrevive en Castellón y Valencia

La denominación de Banco de Valencia convivirá con la de Caixabank, entidad con la que se fusiona por absorción, en las oficinas de Valencia y Castellón, pero desaparecerá en las de Alicante. Así lo ha asegurado el presidente del banco Marcelino Armenter, durante la última Junta de Accionistas del tradicional banco valenciano que ha aprobado la fusión con Caixabank entre quejas de los accionistas minoritarios por el tipo de canje de las acciones que conlleva la integración del banco.

En este sentido, Armenter ha sido abucheado e interrumpido en varias ocasiones por los accionistas minoritarios cuando ha explicado el tipo de canje de una acción de Caixabank por cada 479 de Banco de Valencia. La ratificación de la fusión es uno de los últimos pasos de la operación, que concluirá en la segunda mitad de julio.

CaixaBank posee el 98,9 % del capital social de Banco de Valencia, mientras que los minoritarios -que han abandonado la sala en su mayoría antes de la votación de los puntos del orden del día- representan el 1,1 %, de ahí que hayan acusado al Consejo de Administración de ser «los hombres de negro» por la imposibilidad de tener en cuenta ninguna propuesta de los accionistas valencianos.

Tras escuchar varias veces gritos de «fuera»,  Armenter ha decidido continuar con su repaso a los acontecimientos de los últimos meses y ha justificado el tipo de canje. Así, ha defendido que éste ha sido «acordado y calculado» sobre la base de las metodologías y conforme a los criterios de los informes de las consejos de administración de ambas entidades.

Una vez completada la fusión, en la segunda quincena de julio, la dirección territorial de Levante se trasladará de su actual ubicación en la plaza del Ayuntamiento a la sede histórica del banco, en la calle del Pintor Sorolla, para «dar continuidad al emblemático edificio», ha manifestado el presidente del banco.

Armenter ha explicado que desde el nombramiento del Consejo de Administración del banco, éste ha trabajado en la integración de ambas con el propósito de alcanzar «las ventajas de la fusión» en el más breve plazo posible y para «tratar de paliar» los efectos que genera la fusión por absorción.

Para ello, ha dicho, se están desarrollando colaboraciones para mantener el servicio a la clientela «en unos niveles adecuados» y para establecer mecanismos que eviten la pérdida de clientes por cierre de oficinas deficitarias en los territorios de expansión o por las carencias del servicio.

Armenter ha calificado los últimos meses de periodo «corto pero intenso» y ha agradecido a la plantilla su «profesionalidad, esfuerzo y comportamiento ejemplar» en las «circunstancias difíciles» que han vivido. También ha hecho referencia a la racionalización de la estructura de Banco de Valencia, que ha calificado de “necesaria” y ha dicho que se ha efectuado «de forma planificada y consensuada» con los representantes de los trabajadores, y que se concretan en dos expedientes de regulación de empleo (ERE), uno de ellos en marcha, por los que salieron 360 empleados en 2012 y otros 795 este año.

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