Parados… ¿para siempre?

Da igual si es el FMI, el BCE o el gobierno, todos auguran escalofriantes cifras de paro para el futuro cercano… y aunque es cierto que gran parte de dichas cifras dependen de la capacidad de generar empleo de las empresas, hay un problema que subyace y del que no se habla: los parados no reconvertibles.

Porque así se les ha etiquetado: difícilmente reconvertibles, gente que se la considera una carga que vamos a tener que soportar todos los españoles. Como personas sin futuro cuya única salida es enlazar un subsidio con otro e ir cogiendo trabajos sin cualificación. Una tragedia.

Y la tragedia real es que los veamos así. Como gente cuyo destino está grabado en piedra, que no pueden cambiar y cuya única perspectiva es ser una carga para la sociedad. El problema es que se espera que se conviertan en integrantes de un paro estructural, es decir, del paro inherente a una economía que no se puede reducir.

En el informe “Employment Outlook 2013” del mes pasado, la OCDE indicaba que en 2007 antes de comenzar la crisis, del global de parados un 20% llevaban más de un año en paro (camino a convertirse en “estructurales”), y que esa cifra ha crecido hasta un escalofriante 47% (es decir, casi 3 millones de personas en España podrían acabar siendo parados estructurales).

Dentro de este pésimo número coexisten muchas realidades: gente que, a pesar de poseer una cierta cualificación y experiencia no encuentran empleo consecuencia de la debilidad de la economía… y gente que por su formación, experiencia o edad es extremadamente difícil que se les pueda encontrar un empleo.

Esto se produce por un desajuste entre la demanda de puestos que existe en el mercado y la oferta, es decir, el mercado no necesita a determinados perfiles (algo fácil de entender si por ejemplo uno piensa en lo que pesaba la construcción en el PIB antes y ahora… y la cantidad de puestos de trabajo que arrastraba).

Y hay dos formas de enfocar el futuro de estas personas (que no sólo son números):

Podemos seguir con la filosofía actual de intentar paliar el problema con toallas calientes, subsidios y empleo de baja calidad

O podemos intentar cambiar la cualidad de “estructural” del paro, lo que implica un enfoque completamente diferente de las políticas de empleo.

Está claro que hay una parte de la población de parados estructurales que no puede (o quiere) cambiar, pero creo que hay mucha gente que simplemente no se lo ha planteado o no tiene los recursos necesarios para acometer esta compleja tarea.

Y como sociedad debemos tomar una decisión sobre qué queremos para estas personas: o prolongar su agonía con paliativos que no auguran cambios reales en el futuro… o realmente facilitarles las herramientas para cambiar.

Esto pasa por diseñar ambiciosos programas de formación y reconversión de la fuerza laboral, por ayudar a los que realmente tengan inquietud a crear su propia empresa, apoyándolos en los inicios, por potenciar la movilidad laboral, por incentivar el empleo de personas de más de 50 años… y sobre todo, pasa por quitarles la etiqueta que parecen haberles adjudicados: no reconvertibles.

Si, esta opción implica costes, y posiblemente sus frutos no se vean en la actual legislatura… pero creo que es crítico que dejemos de ver a estas personas como simples cifras “estructurales” y pensemos en la cantidad de profesionales que están dispuestos a darle un giro a su carrera profesional, a aprender de nuevo, desde abajo, pero con un trabajo real y con futuro. Nos jugamos lo más importante, su futuro… y el nuestro.

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