Turrones de Jijona, entre el “deber” y el “poder”

La tentación está ahí, más latente que nunca, pero pronto comer de la fruta prohibida podría dejar de conducir al pecado original. La Indicación Geográfica Protegida (IGP) Jijona y Turrón de Alicante ya ha dado el paso y a punto está de echarle bocado a la manzana que le haría perder su virtud, o quizá no tanto. La IGP ha introducido un sutil cambio en su reglamento que le aleja del “deber” que el mismo sector se marcó y que le hizo grande y le introduce en el terreno del “poder”… y soy de ésos que piensa que cuando uno pierde los principios comienza a labrarse su final.

Igual resulta inoportuno abordar el asunto en Navidad pero es obvio que la oportunidad del  mensaje se da cuando mejor cala y es ahora cuando los turrones inundan los lineales de los supermercados. Será incómodo para la industria, pero más podría serlo para los agricultores primero y los consumidores al poco. Sí, porque cuando la tentación cobre forma y el pecado se consume, se habrá arrasado con casi todo, con la imagen de un producto ligado al origen de su materia prima, con la calidad que ésos dones naturales le brindaron, con la tradición gastronómica que sirvió para fundir en una fórmula de éxito mundial a la almendra, la miel y los dulces artesanales alicantinos. Porque, no se esfuercen, Jijona, Alicante y turrón no casan ni con California (almendras) ni con China (miel). Y no lo digo yo, lo dice su propia web corporativa.

El asunto lo destapó en julio de este año La Unió de Llauradors y ya me provocó sudores impropios de fechas estivales, muy fríos recuerdo. La organización agraria presentó un recurso de reposición a la decisión favorable de la Conselleria de Agricultura que permitirá, de no mediar rectificación, modificar los pliegos de condiciones de esta IGP. Se confirmaba lo que durante tanto tiempo se temió: que las limitaciones del sector primario comenzaban a ser un lastre -¿demasiado pesado?- para el siguiente eslabón de la cadena.

O quizá no. Quizá cuando se plantearon construir todo un producto a partir de lo autóctono y asumieron que la miel y la almendra “debía” de proceder de las zonas productoras valencianas lo hicieron pensando en clave marketiniana y ya se sabe que las técnicas de venta evolucionan. Quizá apreciaron entonces que estar del lado del primer productor y exportador de almendras del planeta era lo más oportuno. Quizá por este motivo, al contrario que en otros, en su consejo regulador no dieron entrada a representantes de los productores. Quizá consideraron que no era necesario contar con ellos y por ello quizá piensen ahora, cuando España ha  cedido su liderazgo a EEUU y Australia (en almendras) y a China (en miel) que tampoco lo es contar con su producto. Quizá por todo ello, en definitiva, proponen ahora  cambiar el verbo, del “deber” al “poder ser”.

La consellería ya ha dado el ok, el ministerio –en tanto que, al parecer, se ha silenciado toda opinión contraria- hará lo propio en semanas y sólo es cuestión de tiempo que Bruselas ratifique los ‘anecdóticos’ cambios introducidos.

Sin embargo,  a la luz de los hechos, parece complicado que la anécdota no se torne en categoría. El sector de los frutos secos ha pasado del abandono masivo de tierras de cultivo a un frenesí mundial provocado por el brusco despertar consumidor de tres gigantes: China, La India y Brasil. Prueben a buscar un plantón de almendro, los viveros los han agotado. Pidan precio por un kilo de almendra pelada, en la Lonja de Reus  cotizan a la “inimaginable” (La Unió dixit) cifra de 9 euros. Hagan lo propio con la miel y les hablarán de ‘síndrome de despoblamiento de las colmenas’, de los problemas de polinización para justificar precios igualmente anodinos.

Pregunten ahora a los oleicultores o viticultores que, sin comerlo ni beberlo, han vivido igualmente la locura consumista asiática. Sí, se han batido récords de exportación de aceite de oliva y vino pero una vez abierto mercado, China ya tiene planificadas cientos de miles de hectáreas prestas para entrar en producción y autoabastecerse.

Think Global, Act Local (piensa globalmente y actúa localmente), la IGP Alicante y Turrón de Jijona parece olvidar la máxima de los negocios más internacionales… que recuerde entonces el sabio refranero nacional: “pan para hoy y hambre para mañana”.

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