Y llegó la Navidad

25 de diciembre, sin lugar a dudas una de las fechas que todos tenemos marcada en el calendario, alrededor de la cual centramos los mejores momentos del año. Tiempo de encuentro, de reconciliación, de paz y armonía, porque la Navidad conlleva ese plus de felicidad que nos hace sentirnos mejor, con una alegría interior que irradiamos hacia todos aquellos que comparten con nosotros estas fechas.

Con el invierno ya entre nosotros, con la música anual de los niños de San Ildenfonso silenciada ya por la euforia de aquellos agraciados con la Suerte de la Lotería de Navidad, nos disponemos a compartir estas fechas en familia, siguiendo esa tradición inveterada que hunde sus raíces en lo más profundo de nuestras biografías, buscando en ese reencuentro una reconciliación con nosotros mismos, una tregua a la vorágine que nos arrastra en estos momentos de dificultades.

Vivimos momentos convulsos desde la perspectiva social y política, momentos que nos llenan de desesperanza ante la rotundidad de una crisis que ha ido mucho más allá de lo económico, una crisis de valores que está socavando los mismos principios fundacionales de nuestro modelo de convivencia, un modelo que parece haber encallado en un bajío al igual que la Nao Santa María al arribar un 25 de diciembre a La Española hace 521 años, causándole graves daños que motivaron que Colón aprovechara los restos de la nave para construir un fuerte para guarecerse, al que bautizaron con el nombre de «Navidad».

Hoy también asistimos a ese desmembramiento de nuestro edificio institucional,  a una continua polemización del propio sistema político en todos sus niveles, que rompe esa interacción que Easton nos definía como sustancial para su propia supervivencia, ya que todo sistema político es la plasmación organizativa de un conjunto de interacciones estables a través de las cuales se ejerce la Política en un contexto limitado. Este sistema viene formado por agentes, instituciones, organizaciones, comportamientos, creencias, normas, actitudes, ideales, valores y sus respectivas interacciones…

Por ello nos enfrentamos a retos más que económicos, retos de creencias y valores, de desafíos constantes a la legalidad y contra las Instituciones, en definitiva contra el mismo fundamento del orden constitucional.

Siguiendo las palabras del profesor Lucas Verdú, la utopía del Estado de Derecho se encuentra ante una ominosa encrucijada ya que la vieja cuestión de quién controla a los controladores falla porque el circuito finanzas, partidocracia, poder oligopólico de los media es irresistible. Y todo ello eleva la ceremonia de la confusión en la que está sumida una ciudadanía convulsa por continuos anatemas sobre el sistema.

Volvamos pues  a ese espíritu que la navidad nos presenta, para reflexionar sobre nuestras actitudes, para desde la armonía y la fraternidad aportar lo mejor de cada uno para mejorar no ya su entorno más próximo, sino toda la sociedad en su conjunto. Para que la Política con mayúsculas recupere su cetro perdido y nos permita participar de una verdadera palingenesia iuris politici, una verdadera regeneración de nuestro sistema político que nos permita albergar esperanzas de un futuro mejor para todos. Feliz Navidad.

 

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