El Juli y López Simón salen por la puerta grande Valencia en Fallas 2016.

El Juli y López Simón triunfan en Fallas sin trascendencia

Hubo un momento clave en la tarde. Fue cuando a López Simón le entró por quites al quinto. Un farol de rodillas en los medios que tuvo que cambiar luego por chicuelinas a la remanguillé. Y fue que El Juli rugió para contestarle; se atalonó y por lopecinas puso la olla a hervir. El segundo mano a mano fallero por fin lograba contextualizarse. Principio y final, pero sin alcanzar la trascendencia de la víspera. Sí, hubo final feliz. Pero la sombra de Roca Rey se olía alargada.

En ese momento, en el quite de López Simón, es cuando El Juli sacó pecho de figura y le cuajó al quinto, un ‘Fragata’ de Domingo Hernández, la faena de la tarde. Por zampopinas un zambombazo: la plaza en pie. Javier Ambel se pasea por el balcón y clava. Manicomio en los tendidos. Julián López no duda, se saca al Garcigrande hacia fuera. Dos tirones y en los medios un molinete de rodillas conforme sonaba todavía la diana floreada.

Cuando Valencia se pone así, todo va lanzado. A veces con razón, otras con sin ella. Esta vez, en ese momento, la había. Pese a que el toro no traía ningún misterio. En la mente de El Juli estaba ganar hoy y ayer; y puso la directa en el empeño. Se reúne pronto. Surje el muletazo kilómetrico. Hay tres tandas por la mano diestra llenas de toro, sin vía de escape y cuatro naturales, más de vuelta que de ida, en la que la muleta se expone rastrera, y tira templada y mandona. Faena julista en estado puro. De profundidad absoluta. Sin alharacas, porque a El Juli no le hace falta más. Frente al nuevo toreo que tanto apuesta por el factor sorpresa, Julián López apostó por el muletazo más largo y hondo posible en dos versiones. El quebrado y el vertical. Por ambos cuajó la tarde y a ese toro de Domingo Hernández que no puso pegas. Pinchazo, otro hondo y descabello. Con la oreja abría la puerta grande y empataba una tarde con la espada regulera.

La corrida de Garcigrande y Domingo Hernández no le dio seriedad a un mano a mano que desde que se anunció el anterior y, sobre todo, desde que Roca Rey removiese los cimientos del toreo 24 horas antes, había quedado como algo rutinario. De final a semifinal, y por momentos, partido amistoso. Porque no hubo toro y siempre las apariencias fueron escasas. Salvo primero, la corrida careció de trapío y mostró caras muy lavadas o aniñadas. Y por dentro nobleza de serie, e imposibilidad de cuajar un tercio de varas o argumentar la lidia. Sin misterio.

Solo el geniudo tercero se salió por la tangente. Y la masedumbre y falta de raza la puso a la defensiva. Anovillado, sin picar y tras tragarse un quite a velocidad de López Simón, El Juli trató de domeñar aquello. Un gañafón a la salida de un pase por alto se le perdió por el pecho de mala manera. Un susto. Julián, crispado. Voluntad y mando. La estocada vuela muy trasera. Se le concedió una oreja.

En el su primero El Juli se mostró fácil. Suave y vertical. Pulseando mucho la embestida. Dejándola muy por delante. La suerte descargada y desde la pala. Mejor cuando verticaliza el toreo y abrevia el compás. Hay series de cada marca. De esas sin fin en las que no hay pausa ni remate entre muletazo y muletazo. Todo en una baldosa. La facilidad y la estocada tras pinchazo dejan aquello en ovación.

Pero volvamos a la sensación de que el suceso Roca Rey de la víspera pesa. Se palpa que El Juli y López Simón ya no compiten solamente entre sí.

López Simón inaugura su esportón con una faena irregular a ‘Resabido’ de Garcigrande, que tras dos picotazos ridículos, el segundo par de banderillas le apretó la tecla y empezó a galopar. López Simón pronto relaja la figura y liga sin rectificar en redondo. Hay un de pecho de cartel para abrochar la segunda tanda. Por el izquierdo sorprende y gana la acción. Se suceden dos desarmes. A favor de López Simón, que siempre trata de darle largura y remate a los muletazos. Las manoletinas las liga como el que cose. Y estocada para oreja. Por el acero ganó la mano el de Barajas al de San Blas.

En el sobrero corrido en cuarto lugar, ‘Capellano’ de Garcigrande, algo más hechurado pero pobre cara, López Simón saca la artillería. Inicio de rodillas, el toreo en todos sus tiempos. Es sin duda el mejor para el torero, con la tristeza que supone eso para el aficionado. Blandea y repite con buen trazo. Muy encajado Simón. El toreo de pie y de rodillas se mezcla. Surgen cuatro naturales precedidos de trinchera y cambio de manos a gran nivel. Y circulares muy en corto. Clase a raudales y una circular de rodillas acabado en cambio de mano. El público en pie. Y otra estocada para asegurar una puerta grande del día a día.

Porque estos manos a manos y el marketing de la feria tenía enormes metas, el resultado del Juli vs. López Simón no trasciende más allá del propio combate. Solo Roca Rey consigue convertir y mejorar incluso toda idea inicial.

En el sexto no hubo más que una acumulación de muletazos  a la altura y velocidad del animal. Y solo se escuchó un olé en toda la faena: cuando sorprendió con un cambiado por la espada. Estocada tendida de López Simón.

Tenían que triunfar y triunfaron.

 

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Valencia, 18 de marzo de 2016. Octava de la Feria de Fallas. Toros de Domingo Hernández y Garcigrande (1º, 2º, 3º y 4º bis), mal presentados y nobles en general. El Juli (ovación, oreja y oreja) y López Simón (oreja, oreja tras aviso y palmas). Casi lleno (unas 10.000 personas).

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