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Un faenón de Román en València, puro volcán de pasión y felicidad

El toreo como contracultura insolente y audaz, puro volcán de pasión y felicidad, de emociones y miedos y nudos en el estómago. Con todo eso se desató Román en un (tal vez oportuno) contratiempo. Su primer Cuadri, entre blando y descoordinado, fue devuelto para que en su lugar saliera un ‘Fusilero’ de Luis Algarra, al que recibió con total desfachatez. A la que hacía cuatro verónicas ya se había echado el capote a la espalda, le había liado tres gaoneras de infarto y una caleserina. Y así.

Román le cambió el chip a la tarde muy rápido. Mientras los Cuadri marcaban un ritmo lento y agarrado, el sobrero ‘Fusilero’ salió con pies y cantando la gallina de la mansedumbre al salir arreado del peto al sentir un hierro que no dejó más que dos refilonazos. A galope como alma en pena el mansito castaño, largo y escurrido, bien puesto de pitones y que estaba a mes y pico de cumplir los seis años. Un Algarra, en manso y en València, y es imposible no acordarse de Vicente Barrera y ‘Enfadado’ del 19 de marzo de 1996.

Pues por esas emociones, pero 20 años después, transcurrió la obra de Román a ‘Fusilero’. Emoción en banderillas con Raúl Martí asomándose al balcón. Y con la plaza bullendo, el brindis de Román al público en los medios, donde preparó el cartucho cambiado por la espalda, y luego los estatuarios y los cambiados para que la emoción volviese a recorrer los tendidos. La tarde había estallado ya dos veces con su recibo de capa y el inicio de faena de muleta. Como en las mejores ocasiones, como aquel día del 96, València rugía.

Sincero el cite, largo el trazo, intenso el toro. El natural de Román, largo y por abajo. Y el natural ligado al de pecho según Antoñete o Rafael Ortega. Todo despacio. Dos veces esa ligazón, sin rectificar. Como Chenel aprendió de Ortega. El natural, los vuelos y el golpe de muñeca al hocico para el de pecho. Clásico y moderno. Del cartucho y cambiados, a ese natural y de pecho ligado sin costuras.

Y una serie portentosa de mando sobre la diestra. Roto de cintura el torero. Profundo, roto. Parar, templar y mandar el toreo en redondo, ligado. Rotundo en los medios. Y toda la plaza en pie. Y el final más clásico, por abajo, los doblones de tremendo ajuste y el de pecho de frente a pies juntos para dejar al toro cuadrado y cobrar una estocada arriba. Román había cuajado un faenón y la plaza era puro volcán de pasión y felicidad.

Dos orejas que al presidente todavía se le ocurrió racanear. Y de postre premió al manso con la vuelta al ruedo. Que dimita como presidente.

Insolente y audaz. El toreo se manifestó como contracultura en las formas de Román. La afición valenciana se entregó como nunca, como siempre y ahora más todavía. La tauromaquia goza de vida y felicidad en València ciudad también y en plena Feria de Julio

Oportuno o no, el contratiempo del sobrero fue un paréntesis en una corrida de Cuadri que no cumplió las expectativas en ningún momento, aunque tampoco sin llegar a decepcionar. La casta, la importancia y dificultad del toro de Cuadri quedó patente siempre. Faltó fondo, entrega y prontitud, por lo general, entre las virtudes.

Rafaelillo ofreció una espectacular dirección de lidia. Él, acostumbrado a (sobre) vivir y triunfar en ese alambre, estuvo atento siempre con Pascual Javier y Román, y en sus turnos pisó los terrenos obligados y llegó mucho a los toros para cuajar dos faenas de emoción contenida. ‘Tripulante’, el primero de la tarde, se aplomó tras chocar en un burladero y se paró y midió más tras la primera vara.

Pese a lo rácano que se puso, tenía buena clase. Así, tomó siempre bien y por abajo los buenos lances instrumentados por José Mora. Buen aire, pero le costó un mundo romper adelante. Paciente Rafaelillo. Brindó al público y se expuso para sacar una decena de muletazos contados, metiendo la cara. Los otros los robó el murciano por derecha y zurda en cuentagotas. Cuando la tomaba, el muletazo salía profundo y largo. Tras princhar ya con el toro muy parado, escucho una ovación Rafaelillo y silencio el toro.

‘Lesnero’, de 540 kilos y de pelo castaño fue para Pascual Javier, que lo recibió lanceando animoso. Picado trasero, el Cuadri fue noble y tuvo cierta franqueza, aunque menos clase que el primero e igual de aplomado o más. Pascual Javier estuvo fime y confiado. Con pausa y paciencia fue extrayendo los muletazos, y eso para quien ha toreado apenas nada, es ya era todo un logro. Silencio tras estocada corta y tres descabellos.

Tras el faenón de Román y la merienda –a la que por cierto le han dedicado menos tiempo esta Feria de Julio, que ya era hora; ahora solo falta que los toros empiecen a las 19 horas– salió ‘Peregrino’, andando, muy parado. Pero en varas se empleó y despertó. Iba a ser el Cuadri de mejor condición, mayor fondo o capacidad de ir a más, aunque tuviera un final de muletazo deslucido y por arriba. Lección de Rafaelillo con este ‘Peregrino’, desde el poderoso inicio por abajo a la capacidad para medirse con esa mirada, aguantar carros y carretas y ligar el toreo, buscarlo, extraerlo y mostrarlo. Cuando se fue a por la espada Rafaelillo salió de la cara del toro exhausto por el esfuerzo. Qué mérito. Un estocadón y una oreja que paseó acompañado por el niño Adrián  en una vuelta al ruedo de gran emotividad.

‘Remendao’, hizo quinto, lucía 568 kilazos de toro tremendamente largo y hondo. Toro nada fácil, sin querer pasar y midiendo siempre mucho. En banderillas cazó a Miguel Ángel García ‘Potro’ por el pecho y le dio una fea voltereta. Pascual Javier intentó con su escaso equipaje capear aquello, pero la papeleta era tan complicada como baldía.

Y a Román, que había tocado el cielo con el sobrero de Algarra, el destino le tenía preparado a ‘Jabalino’ con todos sus 640 kilos. Arrollando, aprentando hacia los adentros, con la cara por la esclavina, persiguiendo a los banderilleros hasta por encima de las tablas, sin entregarse jamás y reaccionando como una persona, con enorme sentido. Un marrajo en regla que vino a amargar el triunfo. Román se puso, tragó tres coladas tremendas y lo mató como pudo. Era de hule o de corral. Pero Román se fue por la puerta grande tras cuajar un faenón y pedir a gritos un sitió un pelín más arriba. Toca seguir luchando. Toca seguir soñando.

València duerme hoy un poco más feliz.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de València, 24 de julio de 2016. Cuarto festejo de la Feria de Julio. Toros de Cuadri, de excelente presentación, encastados, pero parados y escaso fondo; de enorme peligro el sexto, y uno de Luis Algarra (tercero bis) manso y embestidor. Rafaellillo (saludos tras aviso y oreja), Pascual Javier (silencio en ambos) y Román (dos orejas y silencio tras aviso). Se desmonteraron Raúl Martí y El Sirio tras parear al tercero. Más de un tercio (unas 4.000 personas).

 

PREMIOS DE LA DIPUTACIÓN DE VALÈNCIA

– Mejor faena de la Feria de Julio 2016: ROMÁN (20 VOTOS)

– Subalterno más destacado: Curro Javier (11 votos)

– Mejor toro: ‘Fusilero’ de Luis Algarra (16 votos)

– Mejor faena de novillero: Luis David Adame (26 votos)

– Mejor rejoneador de la temporada: Andy Catagena (17 votos)

 

 

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