Los toros de Cuadri marcan una tensa desencajonada en el inicio de la Feria de Julio

Contemplar la bravura y su misterio, crudo, abierto en canal en el círculo mágico de València no sucede todos los días. Solo, tal vez, en la noche mágica de la tradicional ‘desencaixonà’ de la Feria de Julio, que hoy, además estuvo acompañada por tres cuartos de público (7000 personas), un emocionante concurso de recortes y una rotunda luna llena preciosa. Como preciosos los toros de Cuadri. Ver al mayoral inquieto agarrado al burladero era una estampa de campo traída a la ciudad. Los nervios de quien bien conoce a sus toros. Sabedor de lo duro de un viaje de Huelva a València en día de tanta calor y esa psicología tan especial que hace del toro del hierro de la H un animal único por dentro y por fuera. Todo seriedad.

Si los cuatro toros de El Pilar (para Manzanares y Roca Rey), de correcta presentación y los seis de Victoriano del Río (para David Mora, Perera y López Simón), dóciles y algo desiguales, siguieron las ordenes de cabestros sin apenas levantar polvareda, cuando llegó el turno de los Cuadri (para Rafaelillo, Pascual Javier y Román) el panorama cambió totalmente. Corrida seria y honda, en el tipo.

No fue fácil la desencajonada de Corretaje, Navegador, Lesnero, Peregrino, Remiendo y Sorteador. El primero, ‘Remiendo’, se emplazó y marcó distancia con la parada de cabestros. Un abismo entre el toro y la manada. El segundo, ‘Sorteador’, salió roto de las patas traseras, aun así embistió al mínimo estímulo, incluso a los cajones donde había otro toro. Irrecuperable la lesión. Se le dio tiempo al animal. El mayoral se acercó al límite, pero los cuartos traseros los arrastraba y fue apuntillado con enorme riesgo por ‘Majete’. ‘Sorteador’ fue arrastrado en una ovación.

‘LA RESURECCIÓN’ DEL CABESTRO

La dureza y verdad del campo bravo y la personalidad de un toro en el que el manejo sin apenas presencia del hombre es fundamental. ‘Peregrino’ salió como entumecido, acusando también tan largo viaje. En cambio el colorado ‘Lesnero’ salió con pies, con arrancadas espectaculares. ‘Navegador’ sembró el pánico. Nada más salir cogió por banda al manso mayor, al cabestro que manda en el parada y lo acorraló contra las tablas y le dio hasta cansarse.

Más de 15 minutos estuvo el manso inmóvil. Muerto. Terrorífica la escena. Pero pasados 20 minutos el manso se movió y se levantó. La plaza se puso en pie. Un milagro, la casta o que ese manso es de la estipe de Rocky Balboa. Fue espectacular, increíble. Los veterinarios lo atendieron en el mismo ruedo y por su pie pasó a los corrales gobernando la manada. Fue espectacular y sin duda la mejor noticia de la accidentada desencajonada.

Luego lo que costó hacer tomar el túnel de corrales a los Cuadri, una corrida que se desencajonó en tres tramos (primero y segundo, el lesionado; tercero, cuarto y quinto, el que pegó al cabestro; y el sexto) y en la que hay cuatro toros aptos, uno que debera esperar a verse cómo evoluciona y otro que fue apuntillado.

Una noche de julio más, bajo la luna llena, con la plaza llena en tres cuartos, el toro volvió a imponer su ley. Algo que esta sociedad no ve todos los días, pero que es bueno que sepa que puede pasar cuando a los animales se les preserva su animalad más pura.

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