Luz verde a la Feria de Fallas

De forma subliminal o metafórica y, seguramente, sin querer, el concejal de Movilidad, Giusseppe Grezzi, dio luz verde a la Feria de Fallas 2016 al tiempo que se buscaba mediatizar un semáforo, ahora paritario, en la calle Xàtiva, frente a la plaza de toros de Valencia. El ladrillo caravista del coso de Monleón y el imponente cartel del minotauro, tamaño XXL, obra de Joserra Lozano, se quiera o no llama más la atención que la figura femenina iluminada en verde que se ha vendido como un gran avance, pero que en el fondo no deja de ser más que un semáforo. Mientras, lo extraordinario asomaba por detrás. El minotauro y las arcadas neoromanas de la plaza de toros invitando al misterio de la Tauromaquia.

Luz verde a la Feria de Fallas tras los primeros compases de una temporada taurina que se antoja crucial. La ferias de Castellón y Olivenza han sido la primera toma de contacto ante lo que se prevee de forma clara como una auténtica batalla a suceder en la plaza de toros de Valencia en las próximas Fallas. Hay motivos sobrados.

La batalla de Valencia

La batalla de Valencia es por el futuro del toreo. En todos los aspectos. En ella toman partido múltiples elementos, que van desde la más pura testosterona a una inverosímil evolución del arte del toreo, pasando por diversas estrategias; desde el que no da un paso sin tenerlo todo milimétricamente estudiado al que avanza a pecho descubierto porque se siente capaz. Una nueva generación de toreros se ha convertido en la más pura realidad de un día para otro y además le han dado una vuelta de tuerca a las formas. La luz verde la han visto antes que nadie y han salido hacia las Fallas quemando rueda; una Fallas llamadas del cambio y que les abrió los brazos de par en par. Visto lo sucedido en Olivenza y la Magdalena de Castellón, en Valencia, si además añadimos ese factor diferencial y absolutamente necesario que es el toro de una plaza de primera categoría, la trascendente e inevitable batalla está servida.

Uno de los protagonistas de esta generación es el peruano de Lima, Andrés Roca Rey. Fue entrevistado en la última entrega del programa Cultura de Bou en News FM (sábado y domingo de 13 a 14 horas). Aunque cada torero es un mundo y cada uno gana al miedo de una forma distinta, sus palabras dan una idea de la tensión que se masca en este arranque de temporada. “Mi preocupación es sorprender al público. El comienzo es fuerte, de mucha responsabilidad y presión. Tengo cosas que perder, pero quizá se pueden ganar muchísimas más cosas. Es un comienzo muy decisivo en lo que va a ser de mí”. Esas palabras las dice un torero que con solo seis meses de alternativa y 19 años se ha visto encaramado a la élite. En Olivenza arrolló: dos orejas y rabo. En Castellón, en cambio, se estrelló ante una encierro de Zalduendo que no aportó ni misterio ni el mínimo riesgo.

Siempre hay necesidad de toro

El toro y su animalidad imprevisible y poderosa son ahora más necesarios que nunca. Pero han sido el principal déficit de lo sucedido en Castellón y Olivenza. Normal si atendemos a la poca diversidad ganadera que se lidió en ambos ciclos. Repitieron Zalduendo, Núñez del Cuvillo. Y ni por trapío ni comportamiento destacaron especialmente ni esas ni las otras: Garcigrande o Juan Pedro Domecq. Los Zalduendo del mexicano Bailleres estrellaron opciones a este y oeste de la península. Los de Cuvillo, la ganadería de moda en 2016, no pasaron de nobles y previsibles en lidias poco exigentes, es decir, con el picador convertido en mero trámite. Así fue en todo el serial de la Magdalena, al menos.

Craso error rebajar la entidad del momento en el que hornada de nuevos toreros está dispuesta a chocar de frente con las figuras consagradas con un toro previsible y de bravura descafeinada. Valencia no debería caer ahí. La entidad del toro en plazas de primera, la actitud de los toreros y el valor del triunfo crecen exponencialmente en las grandes citas. O así debería ser.

El tridente que enarbola este cambio –López Simón, José Garrido y Roca Rey– ya se han manifestado. Ante esto, lo que ha destacado es el gesto de Enrique Ponce: 26 años de alternativa, 27 temporadas en la élite y triunfador de Magdalena 2016 con un absoluto derroche de ambición, como quieriéndose anticipar al futuro que viene. Lo mismo que Alejandro Talavante, que es como ese nexo de unión entre dos generaciones. Bebe de los consagrados pero inspira e imagina el toreo que el futuro que viene enarbola.

Si sale el toro con trapío y contenido, la batalla de Valencia por la feria taurina de Fallas se antoja apasionante. El poder de las figuras ante un cambio que ya está haciendo un toreo que muchas veces parece de dibujo animado, por su continuo rizar el rizo. El tremendo ajuste de López Simón y de todos, la arrucina convertida en circular de Roca Rey o el quite por caleserinas de rodilla de José Garrido son recibidos entre el público como auténtica novedad.

El público está movilizado

Ahí, en la respuesta del público reside un factor fundamental. Existía la duda de cómo respondería el público a los nuevos nombres. Y el resultado es que han llenado tanto en Castellón como en Olivenza. Valencia, donde se plantea ya una batalla frontal en determinados carteles, no debe fallar.

El público está movilizado. Entre una feria y la otra se ha contabilizado cerca de 60.000 espectadores. Al parecer, existe conciencia del momento que se está viviendo. La prueba irrefutable es la manifestación que hay convocada para el próximo domingo 13 de marzo en Valencia bajo el lema ‘El toro: cultura, raíces y libertad de un pueblo’. Se espera alcanzar los 40.000 manifestantes. El activismo taurino de esta forma también le da luz verde a la batalla de Valencia en estas Fallas que arrancan en poco más de 48 horas.

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