Ayudar a los demás

Prepárate a ayudar a los demás

Prepárate a ayudar a los demás, és la reflexión que Mayar Mora nos quiere hacer hoy.

La reflexión para hoy, es la respuesta a tantas preguntas que me hacéis sobre este tema: ¿cómo podría ayudar a los demás? ¿estoy preparado?.

La primera pregunta, ¿cómo podría?, tiene una respuesta fácil, todo el mundo puede ayudar a los demás, pero estar preparado es otra cosa.

Cuando alguien en los cursos y talleres me hace esta pregunta, la respuesta es clara y transparente, al menos yo así lo creo; si quiero ayudar a los demás. A alguien que tiene un hijo con problemas y en mi casa no soy capaz de solucionar los problemas con mis hijos, seguramente no voy a ser muy creíble; si me preguntan ¿cómo ayudaría a su pareja?, y nunca ayudo a la mía, no seré creíble; si me dicen de ir a cuidar ancianos y tengo a mis padres o abuelos abandonados, no seré creíble; si alguien que está en la ruina, y me pide ayuda, pero yo soy un desastre en mis finanzas, no seré creíble. Por todo ello nuestro currículum para ayudar a los demás debe estar al día. Ayudar a personas que apenas conocemos, darles un consejo, es muy fácil, pero es poco creíble, a menos que lo que nos piden nosotros lo hayamos solucionado con éxito y este logro sea contrastable o notorio.

Nunca podré dar un consejo de la experiencia de un parto si no he tenido un hijo, nunca podré dar el consejo de bucear si tengo miedo a meter la cabeza debajo del agua.

Por ello si quieres dedicarte a ayudar a los demás, arregla tu casa, armoniza tu entorno familiar y equilibra tus amistades como primera medida de ayuda y cuando tu entorno esté en condiciones de armonía y paz ensancha tu circulo, ponte en marcha, ya no esperes a mañana, tienes infinitas posibilidades para tener éxito si has puesto en orden tu vida familiar y de entorno. Vuelvo a repetiros: «La caridad bien entendida empieza por uno mismo».

Una vez vino alguien a un curso y me dijo que lo que más quería en este mundo era ayudar a los demás, que estaba segura de que era su misión y le dije: «Pues vamos a ponernos en marcha», y me replicó: «Es que no sé por dónde empezar», mi respuesta fue clara: «¿Por dónde va a ser?, por lo más importante, tu casa». Se quedó pensando y dijo: «No, mi casa no, que mis padres son muy difíciles, mi hijo muy irresponsable y en mi trabajo son muy envidiosos». Le respondí que creía que tenía una gran labor que hacer si realmente quería, pero en su casa, que no pensara en arreglar el mundo sino era capaz de arreglar el suyo propio. Se me quedó mirando y me dijo: «No sabes lo injusta que estás siendo conmigo, el daño que me hacen tus palabras y lo mal que me haces sentir», le respondí: «Claro que lo sé, igual de injusta que tú estás siendo con los que tienes a tu lado, el mismo daño que tus palabras causan a los demás, igual de mal que se sienten la gente que te rodea», se enfadó, se fue y le perdí la pista, incluso me bloqueó de las redes sociales, esa cosa que está tan de moda en lugar de dar la cara, hablar y solucionar los problemas.

Dos años después me llamó no conocia su telefono y me dijo: «Soy Fulanita y quiero hablar contigo», yo sin salir de mi asombro le dije: «¿Ahora, después de tanto tiempo?», y llorando me dijo: «Te llamo para darte las gracias». Me quedé extrañada que sólo acerté a preguntarle porqué, a lo que me contestó: «Nadie me habló con la verdad, tú lo hiciste, a pesar de que la verdad duele. Ahora estoy en paz con mis padres, con mi hijo y todo lo que me enseñaste lo puse en práctica. Estoy muy bien en mi trabajo y ahora vengo a preguntarte, por segunda vez, si estoy preparada para ayudar a los demás«. Ella no pudo verla, pero seguro que se la transmití, me salió una gran sonrisa en la cara que me duró todo el día, mi respuesta fue rápida: «Claro mujer, ahora sí estás preparada». Hoy en día está ayudando a mucha gente a través de una asociación en Madrid.

Ella fue una de tantas, y ha sido la que me ha pedido que hablara sobre este tema en la reflexión de hoy, porque fue un gran reto para ella.

Os invito a todos aquellos que quieran ayudar a los demás a que empiecen por poner en orden su vida familiar, sus amistades, su trabajo…, serán grandes y se harán más grandes. Hay que ayudar con toda la energía y las ganas con las que contemos, con el mismo ímpetu que hemos puesto con los nuestros, con los más cercanos, de esa manera nunca nos cansaremos de hacer el bien, ni juzgaremos cuando hacemos algo por alguien, ni pensaremos en recibir de ellos absolutamente nada. Todos podemos, pero hay que estar bien entrenado.

Mayar día a día entrenando en mi vida familiar, poniendo en orden mi vida, para poder hacer un círculo lo mas grande posible y así acompañar a todos los que quieran ejercer su felicidad.

Texto por Mayar Mora

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