David Mora con el toro sardo 'Alabardero', al que cortó una oreja.

Tarde de tres toros, cuatro faenas y otras cosas de interés

Las corridas de toros no son ni cómo empiezan ni cómo acaban. De ahí esa cruz que son las orejas, que lo reducen todo al sumatorio y el análisis hueco. De repente una tarde de vaivenes y oleadas se acaba imponiendo rica y matizable. Tarde de tres toros, cuatro faenas y otras cosas de interés. De toreo mandón y moderno, de embestidas emocionantes y lidias complicadas; de principios sin finales; de raptos y fogonazos; detalles toreros, pares de banderillas varios, puyazos de premio, quites rematados con medias sublimes, una estocada y tres brindis de corazón al niño Adrián, que ya se ha dado dos vueltas al ruedo esta feria con tres orejas, y seguramente tendrá su festival en octubre.

Tarde de tres toros y cuatro faenas, para que al final lo más torero resultase en verdad un quite por Chicuelo según Manzanares padre, de manos bajas, interpretado por David Mora, y rematado con dos medias, la segunda sublime, al toro sardo de nombre ‘Alabardero’, que fue junto a ‘Cantaor’ y ‘Ecuador’ uno de los tres toros destacados (y distintos entre sí) de una tarde que no terminó nunca de redondearse, pero sin perder la tensión.

Primero fue el tal ‘Cantaor’. Igual nombre que aquel toro que se encontró Jesús Duque en las Fallas de 2014. Este ‘Cantaor’ asomó en València para seguir deparando esa bendita casualidad que propicia la bravura y le correspondió a Perera. Más liviano y menos ofensivo, pero de excelente nobleza y clase. Con el que Perera estuvo intermitente. Sin acabar de rebozarse el toreo o de salir limpio y nítido. Por ambos pitones empujaba el toro y de qué manera, hocico por delante. Reponía por la casta y exigía mando, no que sólo le tapen la cara. Por la vía moderna, tras acortar terrenos, con dos circulares ligados de frente y por detrás, sin mover los ejes, es ahí donde Perera ganó la mano en esos terrenos encimistas. La estocada y una oreja de un toro, el único tal vez, que dio para más.

La mansedumbre rajada de los Victoriano dijo la suya, sobre todo, a través de un ‘Dalia’ que hizo segundo. Otro nombre, por cierto, que se guardó en la memoria junto al de Manzanares hijo por la pasada corrida de Beneficencia y una bellísima faena. Este fue algo levantado y demasiado escurrido. Alguna verónica de saludo, el quite por chicuelinas de López Simón con mucho vuelo y enganchadas por abajo. O los pares de banderillas de Ángel Otero y José María Tejero, que se desmonteraron. Le faltó chispa del toro y una mejor colocación a David Mora. El animal se aburrió pronto y cantó buscando tablas.

El tercero, ‘Jugador’, se presentó con mirada anovillada, pero de hechura más equilibradas. Manso y corretón, sin humillar en ninguno de los banderazos que se llevó en capotes. El público empezó a protestar de forma más o menos seria. En cambio, López Simón parecía querer llevar la contraria a todo y todos. Inicia con el manso por alto. No es conveniente, pero emociona. Lanzaba la gaita arriba el toro, siempre a la defensiva. Un trincherazo sorprende en ese prólogo y por poco se lo echa encima. Luego logra lo difícil: someter y sujetar en los medios la embestida del maso. Muy ligado y aguantado gañafones. Por abajo y muy ajustado en dos tandas, las que duró. La tercera ya se agrió del todo. Más a la defensiva, se raja por fin y a última hora llegó el intento imposible al natural, soltando derrotes, sin acabar de pasar y pulseando una enormidad. Con la espada se cerró cualquier triunfo López Simón, un muro contra el que se volvió a estrellar de forma lamentable con el sexto.

La tarde estaba encalada, sin triunfo evidente y múltiples detalles y reflexiones. Y de repente, como queriendo llevar la contraria a la misma tarde, al final salió ‘Ecuador’. Un toro, recortado y breve, pero por delante mostrando seriedad, pechos y dos pitones la mar de astifinos, aunque bizco del izquierdo. Arrea. Y en el peto se emplea y da opción a lucirse a Tito Sandoval en dos puyazos medidos y en lo alto. Dos varas de premio. Incluso pareció que a López Simón le apetecía dar opción al espectáculo con una tercera vara, pero alguien con poca afición se precipitó en cambiar el tercio.

La faena se inica por ayudados. Otro comienzo a la contra. Pero el mando surge en redondo, ligado y embraguetado en una baldosa. La faena crece toda sobre la mano diestra. Con emoción. Muy cosido todo y los de pechos. Cuando parece que la oreja ya está agarrada, busca la segunda. Se mete entre los pitones y forma un pifostio y no bastante con eso, echa las rodillas al suelo y arrolla la razón. Sin duda la faena de la tarde sino se hubiera finiquitado de navajazo infame en el costillar de efectos fulminantes. López Simón, impotente, no sabía qué hacer. Tierra trágame.

El cuarto, manso para variar, fue de escaso fondo, muy parado y reservón. Salió de najas del peto y embistió cansino y sin celo. Curro Javier dejó uno de los pares de la tarde y se desmonteró. Luego tanto Perera como el toro acabaron aburridos. Era el momento crítico de la tarde, ese momento en el que todo parecía irse por el sumidero.

Pero fue salir, precioso, el toro sardo de nombre ‘Alabardero’, el más hondo y serio de la corrida, también manso, pero transmitiendo emoción en sus embestidas y cambiarnos la cara a todos. El saludo de David Mora rematado con una ajustado larga de frente en los medios tuvo garra. Muy corretón, la buena colocación de López Simón acompañando al caballo de picar nos deparó un quite de peligro digno de reseñar. El quite artístico lo cuajaría David Mora por chicuelinas y esas dos medias, que resultaron, sí, lo mejor de la tarde.

Apretó siempre adentro ‘Alabardero’ con emoción. Inicio torero y con empaque los muletazos por alto, por abajo y el de pecho. El gobierno es más hacia afuera que hacia adentró y otra vez, tanto el toro como la faena se quedan sin finales. Pero el espadazo resulta de premio. Una oreja para David Mora que paseó acompañado por el niño Adrián, que todos queremos que triunfe.

 

FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de València, 23 de julio de 2016. Tercer festejo de la Feria de Julio. Toros de Victoriano del Río mansos y anovillados; el mejor presentado fue el sardo que hizo quinto, el más completo el sexto y de más clase, el primero. Miguel Ángel Perera (una oreja y silencio), David Mora (silencio y una oreja) y López Simón (ovación tras aviso y palmas). Se desmonteraron en banderillas Javier Ambel en el 1º, Ángel Otero y José María Tejero en el 2º y Curro Javier y Guillermo Barbero en el 4º. Destacaron banderilleando al 6º, Domingo Siro y Jesús Arruga. Menos de media (unos 4.500 espectadores).

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