“Acueducto” laboral

No sé de qué nos quejamos, porque acabamos de salir de una semana en que no ha trabajado casi nadie: unos, porque por desgracia no tienen empleo; otros, porque han hecho puente laboral y hasta acueducto, los que han podido. Ha sido, pues, una semana que prácticamente no ha existido.

El PP prometió en su día que remediaría semejante desaguisado de fechas pasando al lunes los festivos que cayesen entre semana. ¿Ha visto alguien que tal cosa haya sucedido? Somos uno de los países con más leyes y normas por centímetro cuadrado, pero, eso sí, las autoridades se achantan ante los temas más controvertidos. Por eso, si el Gobierno es incapaz de organizar la vida laboral, ¿cree alguien que se atreverá a afrontar eficazmente temas de más envergadura, como la secesión de Cataluña, por ejemplo?

Lo de la semana pasada, en el fondo, no es más que el síntoma de un país contradictorio, que prefiere quejarse de sus limitaciones antes que privarse de excesos festivos que no disfruta ninguna otra nación. Es sólo un síntoma, digo, porque hasta el próximo 7 de enero aquí ya no da golpe casi nadie, festejando desde Papá Noel hasta los Reyes Magos, incluyendo el tradicional Gordo de Navidad y hasta el recién importado Día de Acción de Gracias.

Lo importante, pues, es el sesteo. Claro que mientras esta mengua de productividad, de competitividad y de eficiencia económica se producen, uno de cada cinco españoles continúa en el paro, la pobreza infantil aumenta, los ingresos familiares decrecen y las pensiones peligran.

Ante semejante panorama, ¿de verdad, de verdad, queremos solucionar todos esos problemas con tanta juerga? Tal parece que no.

 

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