Adicto a la esperanza

Llevamos ya muchos meses esperanzados con la bajada del desempleo en sus dos versiones: el paro registrado y la Encuesta de Población Activa, abreviadamente, E.P.A.

Nunca he entendido que la medición se haga de dos formas distintas o con criterios diferentes. Sin embargo y siendo lamentablemente así, lo que constatamos ya hace varios trimestres, es que el paro ha sido embridado y retrocede de manera continuada.

Cuando se hacen públicos los datos, los de siempre, los que desde entonces -contrariando a Neruda- siguen siendo los mismos, aportan de manera reiterativa, conclusiones que terminan por aburrir: el gobierno en plan triunfalista junto con la Patronal; CCOO y UGT (únicos interlocutores sociales ante el exterminio de los demás, “vide” Ley de Participación Institucional) siempre adelantarán que el paro es excesivo y que el empleo creado es temporal y de mala calidad. Que, en resumen, prefieren una España (o una Comunidad Valenciana) postrada y deprimida.

Es vergonzoso ver a los “adalides de la nada” lamentarse de los buenos datos que reiteran las encuestas y la realidad.

El empleo, sea el que sea, sea bienvenido y ojala podamos hacer de la lacra de las colas del paro un recuerdo leve en la memoria.

Nosotros, los que ya no somos los mismos, porque hemos evolucionado y nos esforzamos para colaborar en la transformación de la realidad aplaudimos que el turismo, los servicios y la propia construcción avancen imparables hacia el pleno empleo que la mayoría sitúa en un 3%.

Que 7.772 personas hayan desaparecido -en nuestra Comunidad- de las listas del paro el último mes y que sean 43.920 los que en un año hayan encontrado empleo, es un dato esperanzador. Un 1’5% menos de miseria y desesperación en un mes y un casi 8% en un año.

Además la Seguridad Social se ha encontrado con 7.887 cotizantes más que aportan oxigeno al sistema en un mes y 64.386 los últimos doce meses.

El tren ya no se para y, además, el tópico de remitirnos a los nuevos modelos productivos (¿qué nuevo modelo?) se ha quedado en palabrería de mercado.

En resumen: en contra de los agoreros del abismo y de los tristes de siempre, contra las previsiones de CCOO y UGT, la realidad se impone: somos adictos a la esperanza y el futuro ya empieza a ser nuestro y de los nuestros.

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