Aeropuertos en silencio

 

La palabra aeropuerto siempre sugiere múltiple y variado sonido, rugido de motores despegando, avisos plurilingües de megafonía, voces destempladas de viajeros desnortados, en fin, rumor de humanidad en concentración. Al menos ese es el recuerdo que nos ha quedado de los viajes aéreos a través del mundo. Pero no todos los aeropuertos presentan este aspecto, también existen otros que destilan paz y reposo, silencio y serenidad, en trozos a lo largo del día.

Me estoy refiriendo al grupo de aeropuertos provincianos a los que arriban diariamente contados aviones de pasajeros, que embarcan o descargan en cada vuelo un par de decenas de ellos en temporada baja, que suele ser la más larga en duración. Así es, una parte del día todo es silencio y reposo de los funcionarios que, necesariamente, deben permanecer en sus puestos, no es cuestión de cerrar puertas y apagar luces hasta el próximo avión de por la tarde o de la mañana siguiente.

De este tipo, tenemos unos cuantos en nuestra nación que han costado montón de euros aportados por la administración estatal, pretendiendo de esta manera congraciarse con la ciudadanía provincial, en cada programa político ni una capital sin aeropuerto ni estación de AVE, en lo ferroviario con cuatro paradas, a lo sumo, diarias, dos en cada sentido.

Bien es cierto que en estos modestos aeródromos (y recapaciten en la gran diferencia de significado que existe entre las palabras aeropuerto y aeródromo) solían operar a menudo avionetas privadas o de aeroclub, lo que ahora rara vez ocurre a causa, mayormente, de que el litro de combustible de aviación se expende a casi tres euros, cuando hace tres décadas costaba diez y siete pesetas, esto es, poco más de diez céntimos del actual euro. Y un pequeño monomotor de cuatro plazas, entre las que se incluye el piloto, consume no menos de ochenta litros entre Valencia y Madrid, pongo por caso.

La casi totalidad de aeropuertos españoles son estatales y gestionados por una empresa estatal que, a pesar de las duras y postreras actualizaciones tarifarias del uso de los aeropuertos por compañías aéreas y aviones privados, únicamente consigue rendimiento positivo en una reducida parte de ellos, mientras debe mantener activos a la totalidad, con el cual rendimiento deberían cubrirse los gastos del conjunto, inclusión hecha del control del tráfico aéreo, cuyos profesionales pertenecen a la plantilla.

La red española consta de cuarenta y seis aeropuertos y dos helipuertos, todos estatales, a la que hay que añadir dos de gestión autonómica, en Lleida y Ciudad Real. Este último tuvo que suspender la actividad al poco de su inauguración por falta de interés de las compañías aéreas en utilizarlo, parece ser que muy pocas personas viajaban por aire desde y a la capital manchega. La pista, de cuatro mil metros, de mayor longitud en Europa, duerme un lamentable sueño en aquellas desaprovechadas tierras.

El ejemplo de establecer un aeropuerto regional dependiente de la Autonomía, lo han seguido Castellón (en Vall d’Alba) y Murcia (en Corvera), aunque estos dos últimos no han llegado a abrir puertas ni encender luces de pista, a pesar de que no les falta detalle para poder operar; nos llega noticia de que se han puesto en venta por la mitad de lo que ha costado la construcción. El de Ciudad Real, único que estuvo algunos meses en marcha, se va a subastar en concurso de acreedores por la décima parte del coste, deuda acumulada incluida. Parece ser que no abundan los inversores privados que estén dispuestos a abordar, en nuestro País, el negocio aeroportuario.

Sin embargo, sí que se está moviendo algo en alguna de las provincias vecinas. En el pueblo turolense de Caudé, diez kilómetros de la capital, la pasada semana tomó tierra, en su recién construida pista de dos mil metros de longitud, un gigantesco Boeing 747 Jumbo, para quedarse, los esta vez totalmente privados promotores del aeródromo (insisto en la denominación específica) abordan un negocio de aparcamiento en estancia prolongada de aeronaves en desuso, con vistas a la reventa o al aprovechamiento del material de desguace.

También muestra interés en asentarse allí la base operativa de una compañía internacional de vuelos espaciales suborbitales turísticos, han visitado el lugar y consideran que cumple los requisitos para este tipo de vuelos que, únicamente, se están organizando en otro aeródromo similar del estado de Nuevo México, en USA, por una compañía creada al efecto. Deseamos el mayor éxito a la iniciativa aragonesa.

 

Rafael Murcia

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