Enrique Arias Vega, colaborador en Valencia News. Más fácil protestar que hacer

Balanzas fiscales

Todo el mundo ha puesto el grito en el cielo tras publicarse las balanzas fiscales de lo que las Comunidades Autónomas pagan al Estado y lo que reciben de él.

A algunos les ha molestado el mero hecho de publicarlas: ¿acaso no es eso buscar un enfrentamiento entre territorios?, ¿o es que no se producen diferencias regionales en todas las partes del mundo?

Otros se sienten señalados con el dedo, como si fuesen unos manirrotos que chupan de las arcas del Estado: son aquellos que resultan los más beneficiados por el resultado, claro.

Finalmente, quienes más gritan son los que se sienten esquilmados en beneficio de los demás. No se trata sólo de Cataluña, con el insidioso eslogan de “España nos roba”. El cuento vale para Madrid, la Comunidad más descompensada entre lo recibido y lo aportado. Otras, como la Valenciana, subrayan la paradoja de estar por debajo de la media en ingresos por renta y, en cambio, situarse muy por encima de ella en aportaciones al estado.

Como se ve, no llueve a gusto de nadie.

Ésa es la razón por la que casi ningún país publica este tipo de cuentas internas que no ayudan precisamente a fomentar la solidaridad interterritorial. Porque lo cierto es que, querámoslo o no, el Estado tiene que redistribuir las rentas entre ciudadanos ricos y pobres (mediante impuestos) y entre regiones más y menos desarrolladas (mediante el reparto fiscal).

A eso se le llama solidaridad y todo lo demás es mero egoísmo. Así lo entendieron los ciudadanos alemanes cuando integraron en su país a la depauperada RDA, poniendo un montón de pasta de su bolsillo. Claro que los alemanes estaban colaborando en crear un país más grande, mientras aquí pretendemos trocearlo en otros más pequeños.

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