Mare Nostrum, Un mundo difuso para una agricultura en riesgo

Ciclogénesis meteorológica o política

No hay duda, no se trata de un fenómeno habitual, es un rara avis, pero se ha instalado sobre España y sus efectos están siendo devastadores. Desde el punto de vista meteorológico, la denominada tormenta perfecta viene a desarrollar lo que técnicamente se describe como ciclogénesis explosiva, en la cual se dan cita dos perturbaciones, una de superficie con otra situada en las capas altas de la atmósfera, desarrollando de forma rápida una profunda borrasca con vientos y lluvias muy fuertes que barren las zonas por las que pasa.

Para muchos expertos, nos empeñamos en buscar nuevas denominaciones a lo que el calendario Zaragozano siempre ha definido con una claridad meridiana, por muchas proyecciones matemáticas que intenten envolver el palabro de marras dándole un carácter extraordinario, ya que las borrascas son borrascas y cuando coinciden más de una y se cabrean, pues nos dan una paliza de mil demonios, destrozando nuestros preciosos paseos marítimos y todo lo que cerca de su poderosa fuerza destructora se encuentra, amén de la pérdida de vidas que temporal tras temporal la naturaleza se cobra.

Pero no sólo estamos asistiendo a la Alianza destructora de Zeus, Poseidón, Electra y Eolo que desde el Atlántico Norte lanzan de forma inmisericorde borrasca tras borrasca sin darnos respiro, a ello debemos añadir el constante deterioro del clima político espoleado por el mayor ejercicio de demagogia e hipocresía de una Izquierda desatada por alcanzar la Restauración de su Régimen Progresista, el culmen del desarrollo social que se ve reflejado en los resultados obtenidos en Cuba, Venezuela o Argentina, entre otros.

La agitación por los laboratorios sociales de la Izquierda del cóctel de una crisis (que ellos nunca reconocieron sumiéndonos en el caos),con una percepción de una corrupción generalizada, aderezado con grandes dosis de amarillismo mediático al que se suman desconcertantes declaraciones de Magistrados y demás protagonistas del espectro nacional, buscando un vale todo que participe de esta ceremonia de la confusión, está provocando un efecto devastador que va más allá de la simple batalla de las Ideas, en un peligroso juego de consecuencias impredecibles, sin necesidad de recurrir a las cabañuelas ni a las témporas.

Los expertos coinciden en la reincidencia cada cierto tiempo de estos fenómenos atmosféricos y la Historia viene a recordarnos que determinadas actitudes conllevan repetir situaciones del pasado de devastadoras consecuencias, cuyos negros nubarrones pueden volver a cubrir nuestro horizonte de convivencia. Por ello, hace falta restituir los valores de la pedagogía deliberativa, potenciar el espíritu cívico y la defensa de los valores que deben significar a una sociedad cosmopolita, dentro del espacio político y de las reglas de juego que todos nos hemos dado y que nos han permitido disfrutar del más largo periodo de estabilidad de nuestra Historia reciente.

La Legitimidad de las urnas debe acallar cualquier brote de populismo, reforzando la calidad democrática de nuestra Sociedad, disipando cualquier atisbo de pesimismo crónico que nos permita pasar del desánimo y el conformismo al Reformismo con que Rajoy espoleaba a toda la Sociedad española desde la Convención Popular: «Lo digo para que sepamos a qué atenernos; lo digo porque nadie nos ha regalado nada; lo digo porque alguien en este país tiene que reconocer lo que fuera de España reconocen todos; lo digo porque alguien tiene que decir a los españoles que lo están haciendo bien, que sus sacrificios no son en balde, y que entre todos hemos dado un gran paso adelante para recuperar lo que nunca debimos haber perdido.»

Es momento de superar cualquier dificultad por muy explosiva que sea, y poner en valor el Estado de Derecho y ese espíritu de las Leyes que nos trasladó el sabio ilustrado Louis de Secondat, Barón de Montesquieu, del cual hoy conmemoramos el 258 aniversario de su óbito.

Juanvi Pérez

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