Ciudadanos y el PP, Bonig y Fabra

Este viernes dos prestigiosos diarios digitales nacionales llevaban sendas tesis antitéticas sobre Ciudadanos a sus portadas. En uno se aseguraba que Moncloa había dado instrucciones a los grandes rotativos de papel (a los que se daba por supuesto que tenía más que nunca en el puño de la publicidad institucional) para que fomentaran la difusión de las ideas del partido de Albert Rivera a fin de que los descontentos irrecuperables para el PP se fijaran en él y no en Podemos. En el otro se afirmaba que de los mismos o parecidos despachos emanaba la orden de atacar desde todos los ámbitos populares a Ciutadans (y no Ciudadanos) porque esta formación empieza a hacer demasiada competencia al PP.

Independientemente de que no es descartable que en los cuarteles generales del PP aún no sepan en realidad qué hacer con C’s y por tanto emitan órdenes aparentemente contradictorias, el debate está en si los de Rivera van a ser o no necesarios para revalidar gobiernos populares y en si le van a restar votos a Podemos o al propio PP. Ahí está la frontera entre la amistad y la enemistad política. De momento Ciudadanos se empeña -como los de Iglesias, Errejón y Monedero- en cultivar la transversalidad a base de no mojarse en nada.

A nivel valenciano el debate político ya no está en si Fabra va a ser o no candidato, que hasta el periódico más escéptico de los de aquí lo da ya por hecho, sino en hasta qué fila va a pasar a cuchillo a los que se le oponían. Imputados, campistas y otros agraviados aparte, lo más atrevido que he leído estos días es que Isabel Bonig había caído en desgracia. No será para tanto. Bonig, de la que hay incluso quienes dicen -seguro que malintencionadamente- que tenía tratos con una agencia madrileña para que moviera su nombre, a mí me da la impresión de que se ha visto pillada enmedio de un peligroso fuego cruzado y unos abrazos de osos de los que ha escapado como y cuando ha podido, o sólo un poquito más tarde.

María José Catalá, sin tanto compromiso porque también es verdad que no tenía osos que la abrazaran, se dio cuenta a tiempo de que la foto de la recepción navideña a los periodistas de Valencia iba en serio: Fabra, flanqueado a la hora de su discurso por Bonig y Catalá, ligándolas a su propia suerte y dejándoles a ambas bien claro quién vigilaba a quién. Por eso ahora la portavoz del Consell preside un Comité Electoral sólo con nombres propuestos por Fabra. Pero no olvidemos que Bonig es la responsable -aquí sí que por consenso más o menos forzado- de la campaña electoral. Ésa que ha empezado ya (Concertada, horarios comerciales, Ley de Señas) antes incluso de que el candidato sea oficialmente nombrado.

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