Compadreo

Algunos idiomas, como el inglés, son tan formales en su lenguaje que no diferencian el trato en una relación íntima del que se tiene con un funcionario del Juzgado. En todos los casos se trata al otro de “you”, aunque sea en una tórrida relación de cama.

Nosotros, en cambio, tenemos la posibilidad del cercano tuteo frente al tratamiento más distante del “usted”. Bueno: eso debía ser antes, porque ahora cualquiera que te habla por primera vez tiene el “tú” en la boca, como si se acabara de acostar contigo (lo digo para que se me entienda).

Es más: en determinados comercios o mercados se interpela al cliente como “reina”, “guapo” y hasta “cariño”, sin que nadie se sienta embarazado por ello.

Hemos establecido, pues, unas relaciones más próximas, pero también más proclives a la falta de respeto. Hace 70 años, hasta los hijos se dirigían a sus padres de usted, como la cosa más normal. Ahora ya ven lo que sucede, con lo que aquí puede aplicarse el dicho aquél de “ni tanto, ni tan calvo”.

Una persona que instituyó el tuteo en sus relaciones públicas con los colegas, periodistas y personal en general fue Rodríguez Zapatero. Como sus interlocutores, en cambio, le trataban de usted por el aquello de su cargo, la campechana camaradería que buscaba el ex presidente se convertía en una obvia relación de subordinación hacia su persona.

En cualquier caso, a mí, el tuteo en televisión, por ejemplo, entre un periodista y su entrevistado me produce una sensación de compadreo, de falta de rigor, de apaño en preguntas y respuestas. Hay que poner, pues, distancia con el entrevistado y tratarle con rigor, aunque sea tu propio padre. Pero, claro, en este país en el que todos nos tratamos como coleguillas, ni hay distancia, ni rigor, ni la madre que lo parió.

Por Enrique Arias Vega.

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