Con Apple nunca llueve a gusto de todos

Apple es, con toda seguridad, la única empresa tecnológica de la que todo el mundo tiene una opinión. O un consejo. O una predicción. O una profecía de catástrofe.

Al frente de esto tenemos a una insaciable Wall Street, que empuja a la compañía para que exprima sus productos sea el trimestre que sea. También se encuentran en este lado a los aficionados de la tecnología, los cuales esperan que Apple revolucione tres o cuatro mercados existentes cada año, al mismo tiempo que inaugura otros tantos nuevos.

Y sin embargo, la empresa hace oídos sordos a los consejos de unos y sugerencias de otros.

Esta actitud se interpreta con frecuencia como arrogancia. Su tradicional filosofía de “yo me lo guiso, yo me lo como” también levanta sospechas. Da la sensación de que se trata de una compañía opaca y de intenciones oscuras. A pesar de esto, su negocio está ahí a la vista de todos. Lo que pasa es que miramos en el sitio equivocado.

Por eso, cuando el mercado de tablets se desinfla todo el mundo aprovecha para dar consejo a Apple. Incorporar funcionalidades propias de los ordenadores o el tan manido “bajar precio” para recuperar cuota son dos de las recetas más repetidas para reactivar la demanda. Sin considerar que podría tratarse de algo normal.

En la presentación de la semana pasada, donde se introdujeron nuevos iPad y Mac, además de un repaso a ambos sistemas operativos iOS 8.1 y OS X Yosemite, todas las miradas estaban puestas en el tablet de Apple. Para nuestra sorpresa, los nuevos iPad construían sobre el camino recorrido por las anteriores generaciones.

El de mayor tamaño es más ligero, delgado y potente. Más capaz con fotografías y vídeos de alta definición. Además incorpora Touch ID, un sensor de huellas dactilares más rápido, seguro y cómodo que el bloqueo por código. El iPad mini se limita a traer el mismo sistema de desbloqueo y el color dorado de su hermano mayor, nada más.

Este movimiento sorprende porque indica que la compañía no está preocupada por el desempeño en el mercado de este producto. Apple parece estar contenta con lo que ha conseguido hasta ahora y el reciente bache en las ventas (que acumulan varios trimestres de caídas) no ha propiciado un cambio de rumbo. La empresa de California mantiene el timón fijo hacia donde cree que tiene que llegar el iPad.

¿Cuál es ese destino? Creo que el iPad y los tablets aún tienen que vivir su momento y Apple también lo estaría viendo así. Algo que los convierta en herramientas indiscutibles en la vida y trabajo de millones de personas. Para el Mac, ese hito fue la revolución de la autoedición digital a mediados de los 80, la cual desató la adopción del ordenador por parte de empresas y particulares.

Los primeros cuatro años de vida del iPad han sido de récord. En apenas 18 trimestres de su lanzamiento se han vendido 237 millones de unidades. Ahora el crecimiento se ha detenido y empezado a retroceder, pero Apple no es la misma compañía que en 1984 dependía de un único producto.

No tiene prisa y podría esperar a que las renovaciones de los primeros iPad vendidos empiecen a entrar en acción. Algunos analistas estiman que aún hay alrededor de 15 millones de iPad de primera generación en activo en EEUU, algo sorprendente para un producto presentado hace más de 4 años.

Esta película no ha hecho más que empezar, será mejor hacer palomitas.

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