Montesinos

Con tener una TV no se ganan elecciones

Andan periodistas y políticos de nuevo enredados con la historia de montar televisiones. Alfonso Rus quiere una tele costumbrista. Alberto Fabra anuncia que podría abrir una RTVV si se cumplen determinadas condiciones (antes de que la iniciativa popular le obligue a hacerlo). Los Puig, Morera y Blanco se relamen para cuando tengan una si ganan las elecciones. Y en cada ayuntamiento (Vila-real, Sagunto, Torrente, Denia, Gandía, Elche, La Vall, Algemesí, etc.) tienen teles locales con patrocinadores políticos ocultos. ¿Para qué quieren una tele?

Los políticos de cualquier color piensan que así pueden ganar elecciones y los periodistas que tendrán trabajo. Incluso hay colectivos voluntaristas que asisten esperanzados a que la tele de cobertura a la lengua, la cultura, la historia y las minorías, todo ello gestionado de forma democrática y muy socializado. Un espejismo como otro cualquiera de los que invaden nuestros hábitos. Una tele sirve para casi todo menos para ganar elecciones. Las tenían Felipe, Aznar, Zapatero, Más o el propio Fabra y perdieron elecciones o están al borde de perderlas.

Sirve para ganar dinero con publicidad si tienes mucha audiencia y bien segmentada. Sirve para entretener. Para contar cosas en el telediario que quedan olvidas al día siguiente. Y para lanzar lo que se llaman técnicamente monstruos a la opinión pública, sea vía ¡Salvame! con Belén Esteban o La Sexta y Cuatro con Pablo Iglesias. Todo efímero si detrás no hay algo más consistente. Pero no determinan el voto. Como mucho determinan el código social del momento: corrupción, un terremoto o las amantes de Morago.

La pública, española o autonómicas, sirve para colocar a amigos y fastidiar a los enemigos. Pagar a la selección, al Valencia CF o al Villarreal. Para contar cosas bonitas de los tuyos y feas de los otros. Y no pasarse mucho con el entretenimiento porque la oposición política de turno critica enseguida que se no se lea más poesía en la lengua propia. Cuestan un riñón porque su gestión es deprimente en cualquier caso y dirección. Y su audiencia residual en cualquiera de las ofertas, sobre todo si estableces una relación coste/impacto y perfiles de esa audiencia.

Da lo mismo que sean progres que conservadoras. Son residuales según todos los datos, porque su audiencia tiene un perfil muy segmentado hacia grupos sociales con actitudes y percepciones muy determinadas de antemano. A nadie le sirven para ganar elecciones, como mucho para reforzar imágenes personales, objetivo nada desechable para cualquier político que sufre el síndrome del espejo (todo lo hace y dice para preguntar al espejito mágico quién es el más guapo).

TV3 es la gran excepción del panorama de las televisiones públicas españolas. Y por qué está considerada una herramienta en la estrategia nacionalista, que igual utiliza una asociación de comerciantes, que el Liceo, las murallas de Tarragona o las clases de historia en la ESO. Todo hace un todo que luego se ve en la TV3, la radio, las docenas de TV locales, webs de diferente tipo, etc. TV3 no gana elecciones, pero es el instrumento para canalizar el mensaje y generar el credo soberanista, por ejemplo.

Lo importante no es pues tener una tele. Es tener un mensaje empaquetado que navega por cualquier soporte. Porque además ahora el mensaje circula sin intermediarios. ¿Para pues tantas teles? Y además en el momento en el que la televisión por internet crece en más y mejores audiencias (http://www.lavanguardia.com/economia/marketing-publicidad/20141113/54419262504/tv-conectada-gana-terreno-tv-convencional.html#.VGXT8bDNye0.twitter). Un canal en stmart TV va directo a la audiencia perseguida con el mensaje en vena. ¿A estas alturas una TV unidireccional?

Por eso RTVV no era viable desde hace años. Porque estaba obsoleta desde hace años, en parte por la gestión política, pero también porque el modelo ya no respondía a la demanda ciudadana real. Exhibir como ejemplo de éxito la L’Alquería Blanca es la prueba. O Tómbola. O Monleón, que estos son los éxitos de audiencia de TVV.

Destinada a atender al público más conservador y rural, mantenía un mensaje nostálgico. ¿Había ahí contenidos para construir una Comunidad Valenciana moderna? ¿Qué tenía que ver ¡Socarrats! con ¡Polonia!, por ejemplo? Por desde que nació eso las puntas de audiencia se tenían cuando había nevadas, bous al carrer o l’Ofrena. ¿Para eso se tiene una televisión autonómica? Por eso en todos lados menos en Catalunya las mayores cuotas de audiencia se las llevan las teles de Antena 3 o Tele 5 y nos las respectivas y costosas autonómicas. ¿Y si no tienes audiencia a conquistar cómo vas a ganar las elecciones con la tele?

Curioso: mucha tele y nada de internet, que es lo que usan los votantes dudosos.

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