Crecimiento artificial o el cuento de la lechera

Ya lo advirtió Esopo, el escritor griego de fábulas en el 600 a.c. y autor, entre otros relatos, del famoso «Cuento de la Lechera». Si nos hacemos ilusiones antes de tiempo, si construimos la casa por el tejado y no por los cimientos, y si tiramos el cubo de leche o destruimos la base de nuestro proyecto antes de llevarlo a cabo jamás podremos convertirlo en realidad por mucho que fabulemos.

Es la ironía del destino, pero también la descripción del presente para desgracia del mundo actual y la sociedad deprimida-económica en la que vivimos. Porque la crisis parece no tener final, y cuando todos intentamos vislumbrar una corriente de luz al final de nuestro difícil camino de los últimos años, las estadísticas contradictorias casi surrealistas, nos llevan al vaivén de zozobras interminables tan fabulescas como el cuento de Esopo.

Y eso que hablamos de la Grecia Clásica, cuna de la civilización moderna, cuyos orígenes marcaron la senda de un modelo democrático, pero imperfecto, al que la corrupción, el caos y la desidia lo siguen conduciendo a una falta de definición social, aunque sigan pasando los siglos.

Porque si lo pensamos, tampoco existían tantas diferencias de comprensión ciudadana hacia sus dirigentes en la Grecia Clásica o la poderosa Roma respecto a la sociedad actual, cuyo devenir sigue envuelta en una algarabía estadística para beneficio de los grandes organismos económicos y políticos.

Una situación que se produce, entre otras cosas, cuando podemos comprobar no sin estupor, que un día encontramos la evolución de la economía doméstica más cercana al estancamiento, mientras que otro el Gobierno o Bruselas nos dicen que podremos crecer el 1,5% en 2014.

Nada menos que ocho décimas de crecimiento del PIB respecto al 0,7% con el que cerramos los cálculos a finales de 2013. Qué operación económica hay prevista por el Gobierno para semejante subida en tiempo récord? No se sabe. Aunque dicho misterio ya tuvo un preámbulo en enero cuando el Ejecutivo vislumbraba la barrera del 1%, para 2014.

Con lo cual, ante semejante desbordamiento estadístico no queda más remedio que pensar en una fórmula desconocida de Rajoy, De Guindos y Montoro para llevar a cabo un milagro monetario al estilo de los panes y los peces.

O es que la economía española tiene tanta solidez cómo para pensar que la industria, las exportaciones, el turismo y otros sectores en auge como el tecnológico pueden convertirse a corto plazo en locomotoras del crecimiento?

Francamente, resulta difícil de aceptar por cualquier persona lúcida, y más cuando se entrecruzan datos tan contradictorios como que en febrero volvieron a descender los créditos especialmente para las pymes. Pero entonces, si las empresas no reciben la inyección económica necesaria para nacer, desarrollarse y por tanto, subsistir, cómo generan empleo y riqueza para que las previsiones del Gobierno y los organismos internacionales registren semejante optimismo sobre la recuperación económica española?

Es todo un jeroglífico, desde luego, a no ser que tengamos o debamos pensar que estamos en un crecimiento artificial económico, sostenido por un sector financiero que inyecta liquidez a los mercados para fortalecer el Ibex 35 o estabilizar la prima de riesgo en beneficio único de sus inversores.

Pero además, si hablamos de ese supuesto crecimiento del 1´5%, cómo es posible que los mismos indicadores nos muestren una tasa del 25% de paro para dicho ejercicio? Sencillamente es imposible, aunque los datos nos muestren que hemos registrado el mejor descenso del paro en marzo desde el inicio de la crisis, allá por los años 2006 o 2007.

Esta interpretación estadística solo puede entenderse si las exportaciones y el turismo crecen a un ritmo excepcional para ser capaces por si solos, de arrastrar a toda la economía.

Es verdad que 2013 fue un año récord para el turismo, aunque no en cuanto al gasto por visitante, que sería otro factor a tener en cuenta, y que las exportaciones vienen registrando parámetros de crecimiento en los últimos años.

Pero aún así, España necesita un mayor tirón, por ejemplo, de su demanda interna, una rebaja sustancial de la deuda pública, una reactivación de su industria, no solo a nivel de las exportaciones. Y atención!! La irrupción de un sector tecnológico que también pueda generar por sí mismo, junto al resto de agentes implicados, un número de empleos suficiente capaz de combatir un crecimiento artificial para convertirlo en un ecosistema laboral y económico sostenible.

Es momento pues, de asentar los pilares reales, de la tierra, si queremos utilizar un argot literario, para afianzar un modelo industrial productivo y eficiente capaz de sobrevivir en el tiempo a previsiones contradictorias y venta de proyectos políticos sustentados sobre citas electorales.

Solo así conseguiremos erradicar las fábulas del «Cuento de la Lechera» que tanto perjuicio social han generado en los últimos años para crear una economía real capaz de ser competitiva en un mercado global cada vez más exigente.

José Luis Pichardo

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