Mare Nostrum, Un mundo difuso para una agricultura en riesgo

Cuestión de atributos

Hay que ver la que se ha montado a cuenta de las declaraciones del expeditivo Presidente Rus, en plena Fira d’Agost. Fiel a su estilo claro y directo, ponía negro sobre blanco el sentir mayoritario de la sociedad valenciana que sigue sin entender el juego político de la AVL. Junto a él, el titular de la cartera de Gobernación Luis Santamaría, también fiel a su estilo pragmático propio de esa nueva generación que está tomando las riendas en el PPCV, dejaba bien claro el posicionamiento del Consell respecto a la Academia que «nunca debió dejar de ser una Academia de la Lengua Valenciana que defendiera a ultranza nuestra lengua como principal seña de identidad». El mandato del Estatut d’Autonomía a la AVL no deja lugar a dudas. Aún más, el Conseller daba muestras del espíritu valencianista que preside la defensa de nuestras señas de identidad desde el Consell del President Fabra, al advertir que «necesitamos creer en nuestro autogobierno», porque «si queremos que desde Madrid se atiendan reivindicaciones históricas como una financiación justa y si queremos ocupar un lugar destacado, debemos creer en nuestra identidad». Lo podría haber dicho más alto, pero no más claro.

No es nueva el ansia expansionista del nacionalismo catalán y su prioritario interés por esta tierra. A lo largo ya de muchos años se han invertido muchos recursos para llevar a cabo tal fin, subvencionando todo tipo de actividades, que apoyadas de forma descarada por nuestra izquierda han fortalecido las tesis pancatalanistas, generando un clima de confrontación político-lingüística que sólo buscaba el rédito político para alcanzar el poder a cualquier precio y así consumar esa añorada quimera del «països catalans». Un sueño alentado por un oscuro poder económico, que ahora empieza a desenmascararse y que llenaba de dádivas y panegíricos a una progresía que se sentía poseedora de las verdad absoluta cuando volvían de ese mundo onírico en el norte a esta tierra de provisión.

Por ello no extraña la reacción. Plantear la cuestión como una simpleza alegando una subida de testosterona, no hace más que reafirmar que algo se remueve en el interior de esa falsa conciencia de nuestra izquierda. Este debate no les interesa porque en él deben confirmar su posicionamiento. O estas con esta tierra o contra ella. Así de simple y así de sencillo. No caben medias tintas en una cuestión que va más allá de un simple debate académico claramente condicionado por años de inmersión claramente dirigida en una dirección. No hay que ser un lince para vislumbrar quien ha dirigido entre bambalinas la «cultura» valenciana con todo lo que ello conlleva. Y quizás ahí está una de las debilidades del PPCV durante estos años. Al intentar sacar del debate político la cuestión lingüística para no soliviantar más a extraños que a propios, aquellos han ido fortaleciendo una posición con la que ir dinamitando poco a poco esa disposición al diálogo y el consenso.

La izquierda no quiere ni lo uno ni lo otro. No le interesa porque vive del conflicto, de la confrontación, de la Política amarillista que tan buenos réditos le da apoyada por su legión mediática. A lo largo de estos meses lo vamos a constatar. En estos momentos trascendentales en los que el interés común debe prevalecer para salir airosos de una crisis que «ellos» se fabricaron como un medio necesario para alcanzar su único fin, derrocar al PP del poder, y sin negar la legitimidad de ningún planteamiento, la Política con mayúsculas debe prevalecer.

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