Demofobia

 
Qué gente, la gente que habla mal de la gente. Que si la gente esto, que si la gente lo otro…, siempre en suficiente, con cara como de andar oliendo vinagre, amuecando la grima, pronunciando con asco: «La gente». Que es tonta, que no es de fiar, y más mala que las arañas. «LA G-E-N-T-E».
 
Los estupendos criticones supermoralizados no vienen del planeta Ungido ni descienden de la pierna depilada del Cid, ni siquiera son hijos del Marqués de la Carcoma. Qué va. ¡Los demófobos son más del ‘pueblo’ que los bares con serrín! ¡Cuña coñazo de la misma madera, oiga!
 
Uf. Qué grima dan, estos atorrantes maleantes émulos del maestro Ciruela, que se creen incomprensibles cuando son una yunta de necios, salta a la vista en cuanto abren sus bocazas savonarólidas; y muy culpables de lo que nos pasa: son, estos que van de exquisitos, de cultos espíritus liberados, los esclavos que piden látigo. No para ellos, sólo faltaría, sino para sus hermanos. ¿Han visto ustedes a Samuel L. Jackson en ‘Django desencadenado’? Pues ya saben de qué les hablo.
 
Esta gente impresentable, insufrible, descalificable, son la coartada perfecta para los liberticidas con mando en plaza. ¿Que la gente es tonta? Por eso decidimos por ella. ¿Que la gente no es de fiar? Por eso le imponemos mil controles. ¿Que es más mala que las arañas? ¡Ya lo dijo el Cardenal: «Que me den díez líneas del individuo más honrado del mundo y tendré motivos para hacerlo ahorcar»!
 
A la gente hay que protegerla de esta chusma advenediza, bocona, discípula de Sartre, verdadera víbora con cataratas que perpetró el infecto «El infierno son los otros» que tanto gustan de aventar los que no pueden vivir sin tocar los cojones al prójimo. Hay que protegerla dejándola en paz: que haga su vida sin tener que pedir perdón o permiso por todo a estos cafres jacksonianos (de Samuel L. en ‘Django’) ni al que verdaderamente maneja el látigo, el degenerado Estado omnipotente, adicto a la demofobia.
 
¿Tomamos nota los liberales? ¿Pondremos a partir de ahora más cuidado en según qué comentarios? El Despotismo Ilustrado es una filfa y una infamia: ahí no se nos ha perdido nada.
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