Diada 2014: ¡Prepárense para la guerra!

Decía el famoso escritor y periodista estadounidense Mark Twain, que si nos planteáramos que estamos todos locos, eso explicaría como somos y resolvería muchos misterios. Quizá tenga razón el Sr. Twain y necesitemos bajar al umbral de la locura para intentar comprender determinadas manifestaciones y actitudes que algunos políticos catalanes están teniendo en todo aquello que tiene que ver con la hoja de ruta independentista.

En declaraciones a Catalunya Ràdio, el presidente de la formación Esquerra Republicana de Cataluña (ERC), Oriol Junqueras, tras ser preguntado respecto de las manifestaciones de Rajoy en las que afirmaba tener listas todas las medidas para frenar la consulta, ha defendido la desobediencia civil si el Gobierno de España veta el referéndum, “tal como hizo Martin Luther King”. ¡Qué odiosa comparación! ¡Aquél que luchó contra la segregación y la discriminación racial equiparado a aquéllos que “lapidan” a los que no quieren la independencia de Cataluña!

Por su parte, el Conseller de Presidencia y portavoz de la Generalitat de Cataluña, Francesc Homs, nos dejaba las siguientes perlas: “El trabajo más difícil ya lo hemos hecho, que es el de haber sobrevivido estos trescientos años” (en referencia a la conquista de Barcelona por parte de Felipe V) y “si nos quedamos donde estamos, moriremos». También ha afirmado que en Cataluña hay mucha más libertad que en el resto de España, poniendo como ejemplo el hecho de que los medios, públicos o privados, son mucho más plurales, puesto que en Cataluña “no hay esa situación endogámica entre el sistema de comunicación y la política española”. Esto lo manifestaba el personajillo al mismo tiempo que conocíamos que la Generalitat de Cataluña se ha gastado en torno a 181 millones de euros en subvenciones directas y publicidad institucional para los medios de comunicación catalanes desde 2008. ¿Dónde está la endogamia Sr. Homs?

Pero si lo que les acabo de contar ya es de por sí preocupante, la situación (o locura, diría yo) se agrava exponencialmente si tenemos en cuenta, según informan diversos medios, que un grupo de Mossos d’Esquadra está adiestrando en tácticas militares de guerrilla a miembros del propio cuerpo y a civiles independentistas, habiéndose realizado gestiones, incluso, para la adquisición de rifles de asalto. Si ello le añadimos que la asamblea sectorial de Defensa de la Assemblea Nacional Catalana (ya saben, ese organismo que al parecer podría haber cometido un delito fiscal por evadir más de un millón y medio de euros, encargado de la gran “V” para la Diada y uno de los principales impulsores de la independencia) ha elaborado un documento que concreta cómo debería ser un hipotético Ejército catalán, la cosa tiene mala pinta.

Y no me malinterpreten. Estoy absolutamente a favor de que aquellos que se sientan independentistas (en Cataluña, en el País Vasco o en Poyales del Hoyo) puedan manifestarse libremente y hacer uso de sus derechos para defender sus ideas. Pero siempre dentro de las reglas del juego. Hablar de desobediencia, de haber sobrevivido a la invasión españolista, de un nuevo ejército, de entrenamientos de guerrilla urbana, etc., me produce tantas arcadas como escalofríos.

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