Mare Nostrum, Un mundo difuso para una agricultura en riesgo

Dos discursos en busca de un relato al principio del otoño

Cien días escasos nos separan ya del final del año. El equinoccio de otoño se hace presente cuando el día con luz solar dura lo mismo que la noche. El sol se desplaza por la línea del ecuador terrestre y empieza a marcar el acortamiento del día, en un período que finalizará dentro de 89 días con la entrada del invierno. Tiempo de cambios, de contrastes, con una naturaleza que nos sorprende con cromatismos imposibles, quizás para atenuar el intenso acaloramiento político que padecemos.

El verano nos deja un mundo convulsionado. Un armagedón que se extiende por el planeta marcando una línea roja en la convivencia global, en un año de conmemoraciones terribles que marcaron la faz de la tierra al son de los tambores de guerra. 100 años desde la Iª GM y 75 de la IIª GM, conflictos globales, amén de los locales, que dejaron la marca de la muerte y destrucción en el siglo XX.

Hoy, la crisis de Ucrania, la aparición del Estado Islámico con sus amenazas, la violencia en la franja de Gaza y su repercusión en el Medio Oriente, la conflictividad creciente en el Sahel, la expansión del ébola en el África occidental, como más significativos, están provocando una activación de la diplomacia internacional sin precedentes. Los peligros son tangibles y la inacción puede conllevar consecuencias impredecibles para la convivencia global. Por ello el NO a la independencia en Escocia es tan importante, para frenar los nacionalismos extremos que nos retrotraen a episodios recientes de nuestra historia común.

En este contexto, en 48 horas, el principal foro de la gobernanza mundial iniciará su Sesión más solemne. La Asamblea General de NU, que abrió su sexagésimo noveno periodo de sesiones el pasado día 16, celebrará su día más importante con la Sesión del 24. Una fecha conmemorativa de su nacimiento tras la Conferencia de San Francisco, donde se redactó la Carta en 1945, cuyo preámbulo se inicia con el «nosotros los pueblos de las Naciones Unidas resueltos…». Un compromiso global de 193 Estados comprometidos a mantener la paz y la seguridad internacionales, fomentar entre las naciones relaciones de amistad y promover el progreso social, la mejora del nivel de vida y los derechos humanos. Un compromiso cuestionado y comprometido ante las múltiples evidencias y el débil papel del primer foro mundial que sigue sin asumir un protagonismo imprescindible en esta era global.

España tomará la palabra en tan solemne foro a través de su primer ciudadano, S. M. Felipe VI, en un discurso ante la Asamblea, que pondrá en valor los ejes de nuestra política exterior y nuestra posición en el mundo. Presencia de primer nivel en un momento crucial para nuestros intereses al estar en juego nuestra candidatura al Consejo de Seguridad y nuestra proyección en el mundo. Una proyección exterior fundamental para potenciar el empuje reformista que nos está llevando a liderar la superación de una crisis interminable. Un reconocimiento justificado a una de las naciones más antiguas del orbe, precursora del Derecho Internacional desde la Escuela de Salamanca con Francisco de Vitoria y el Ius Gentium, que vive expectante y preocupada los procesos secesionistas que buscan romper los vínculos históricos y la convivencia garantizada en nuestra Carta Magna.

Y aquí, en nuestra tierra, en 24 horas el President de la Generalitat se dirigirá al Ple de les Corts para lanzar sus propuestas en el Debate de Política General, en un contexto de excesiva teatralización del escenario político por parte de una Oposición revuelta por la pérdida del referente ideológico. Propuestas centradas en la regeneración y en las personas, para consolidar esa tendencia de crecimiento que poco a poco empieza a disipar las dudas.

Dos discursos en dos momentos cruciales de nuestra historia donde todos nos estamos jugando el futuro. Y para ello es fundamental reencontrarnos con nuestro propio relato, con nuestro storytelling. Ambos mensajes deben ser capaces de articular un relato poderoso y vital, capaz de empoderar a toda una nación y una comunidad en pos de un objetivo común.

Centrados en los principios y valores de las democracias liberales, con el respeto a la Libertad y los Derechos Humanos, con el ciudadano como principal referente de la acción de gobierno, deben profundizar en todo aquello que nos une, que es mucho y bueno. Todo lo demás la Historia ya nos lo recuerda con rotundidad, nos ha llevado al fracaso y al desánimo como pueblo.

Nos encontramos en una época de cambios, no en un cambio de época. El ciudadano quiere y debe recobrar su protagonismo, y la Política es el único camino factible para ello. Nuestro primer ciudadano se presenta ante el mundo, como mejor exponente de una regeneración tan necesaria como ineludible. Es cuestión de «creer» más que de «poder», y todos tenemos la responsabilidad de asumir ese rol de superación de las dificultades y de confianza en un futuro mejor.

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