El cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares

EDITORIAL. El Cardenal Cañizares y el matiz innecesario

Desde su nombramiento como nuevo Papa, Bergoglio está regalando unos titulares a la prensa imposibles en otro momento, con otros jefes de la Iglesia católica. Asistimos -atónitos en muchas ocasiones- a planteamientos contra la pobreza, la pedofilia y ahora con el cambio climático que descolocan a propios y a extraños. Ojo, bienvenidos son cuando no hacen si no acercarse al sentir general de la sociedad; esa proximidad que muchas veces se le ha retraido a la Iglesia. Pero claro, hay voces y voces dentro del catolicismo, y parece que a los valencianos nos ha tocado, las más vetustas. Y nos referimos al matiz innecesario que ha hecho nuestro arzobispo, el cardenal Cañizares, sobre la Encíclica verde (sobre el cuidado de la casa común) del Papa Francisco. En ella, se hace una apuesta desde la fe por la ciencia -y este aspecto no es nada desdeñable- y se alerta sobre el peligro del cambio climático y del consumismo desbocado y se hace una defensa clara de la sostenibilidad y de la protección del medio ambiente. Hasta aquí todo positivo, pero como decimos, el arzobispo de Valencia ha tenido a bien en su primera rueda de prensa matizar a las palabras de Bergoglio indicando que el ecologismo, en tanto que defensor de la naturaleza, es incompatible con el movimiento LGTB (lesbianas, gais, transexuales y Bisexuales) y con el aborto. Es cierto que el Papa Francisco incluía el aborto en su encíclica «tampoco es compatible la defensa de la naturaleza con la justificación del aborto», pero no decía nada de la homosexualidad.

Después de mucho tiempo pidiendo un arzobispo de casa (como ya pasaba en otras diócesis), por fin tenemos uno, valenciano de Utiel. Pero nos ha tocado un purpurado que antepone sus trasnochadas obsesiones al sentir general de la sociedad valenciana del s.XXI y que además pueden hacer daño a mucho católicos (homosexuales o no). Preferiríamos, como aquel eslogan de los jóvenes valencianistas de los años 90 «aniriem a missa si fora en valencià», que entre sus preocupaciones estuviera tratar de acercar más la Iglesia a la sociedad, y esto, indiscutiblemente pasa por el valenciano. Con excusas, ya insostenibles, el caso es que la Iglesia lleva demasiado tiempo haciendo oídos sordos al clamor popular compartido por muchos valencianos de poder oir misa en su lengua propia. Agradeceríamos mucho más que Cañizares se preocupara de la lengua de su pueblo, más que de enmendar (¡que feo!) las palabras de su jefe.

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