EDITORIAL. El valenciano y la alargada sombra de Lizondo

Odiado, vilipendiado, mal citado, reivindicado, utilizado… Vicente González-Lizondo, a pesar de su muerte en 1996 sigue, guste o no, muy presente en la política valenciana. Han sido muchos y de todo el espectro político, los que lo han citado, desde González Pons a Joan Baldoví y este último en la misma tribuna en la que Lizondo blandió su famosa naranja. De hecho, el presumible alcalde de Valencia Joan Ribó invocaba al peculiar político en los micrófonos de NewsFM el pasado 14 de mayo para hablar de lengua. Y precisamente con el tema del uso del valenciano ha vuelto a la agenda pública. Ribó anticipaba en nuestros micrófonos en plena campaña electoral que tenía previsto activar el reglamento de uso del valenciano del ayuntamiento de Valencia, y ayer en la negociaciones entre Compromís y Valéncia en comú, quedaba confirmado. Ese reglamento se aprobó por unanimidad (en aquel tiempo el hemiciclo estaba compuesto por PP, PSOE, UV y EU) en 1996 a iniciativa de Unió Valenciana, pero no fue hasta 2005 y a instancias de la oposición, cuando el PP lo publicaba en el BOP.

La familia del político fallecido debe estar atónita. Con los vituperios que tuvieron que soportar en vida, y ahora, todos se arrogan su herencia. Comenzando por el PP. De hecho en el propio homenaje que se celebró poco tiempo después de su deceso en la Feria de muestras, Rita Barberá se dirigió a los presentes en un perfecto valenciano como si nada (recordemos que el padre de la alcaldesa fue uno de los fundadores de Unió Valenciana), eso sí, ese día sin lapsus linguae tan graves como el del famoso “caloret”. Además, sus colaboradores más cercanos acabaron engrosando la filas populares. Y esgrimiendo esa bandera, ha vivido el PP los últimos años por lo que respecta al tema de las señas de identidad. Pero solo a nivel epidérmico, sin propuestas de calado. De hecho acusaban y acusan a la izquierda valenciana de pancatalanistas, pero en estos 20 años de Generalitat en manos de los populares, poco ha variado el modelo de valenciano en nuestras aulas. Y lo mismo alteran ilegalmente la disposición de las banderas en el ayuntamiento de Castellón relegando nuestra Senyera a un lugar que no le corresponde que, siendo alcalde de esta ciudad Alberto Fabra, ceden una local a costa de las arcas municipales al Institut d’Estudis Catalans. Pero ahora es la izquierda quien menta a González-Lizondo, esperemos no sea en balde.

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