A partir del discurso de investidura del hoy ya alcalde de Valencia, podemos hacernos una idea de los propósitos -también de los olvidos- de Joan Ribó para el Cap i casal. Comenzaba el primer edil hablabando de un futuro esperanzador para la ciudad y en este aspecto no podemos estar más en desacuerdo. La vieja Valentia sigue muy por detrás de Madrid o Barcelona -y no hay más que pegar un vistazo a los medios de ámbito español para comprobar que las portadas se las llevan Manuela Carmena o Ada Colau– y ello, en parte por la desatención que sufrimos los valencianos respecto de estas dos ciudades, en parte por no hacer los deberes ni Rita Barberá, ni sus antecesores. Lo del poder valenciano -hoy suena casi a burdo chascarrillo- nunca funcionó y no hay más que ver la discriminación que sufre el municipio respecto a éstas o incluso a otras de menor rango como Sevilla; ahí está la no consecución del Parque central del que ya se hablaba en la Transición, la no inclusión en el contrato programa para sustentar el transporte público -reinvindación de la que sí se acordó Ribó en su discurso- o el agravio comparativo por la aportación del Estado a la cultura de la ciudad (veáse lo que aporta al Real de Madrid, al Palau de la música de Barcelona o a la Maestranza de Sevilla en comparación con el Palau de les arts). Y si hablamos del contexto mediterráneo o europeo, ahí la cosa está todavía más negra; conscientes de que no podemos jugar en las “grandes ligas” de los París, Londres, Berlín, Lisboa o Viena, sí deberíamos reservarnos un lugar entre la ciudades medias europeas como Glasgow, Marsella, Lyon, Turín, Nápoles, Frankfurt o Róterdam entre otras.
Esperanzador sí nos parece que uno de los ejes sobre los que Ribó desea que pivote su mandato sea la transparencia; esta meta debe(ría) ser transversal a todas las fuerzas políticas y de hecho, el alcalde se acordó implicitamente de Ciudadanos como otro partido que accede a la política valentina con esa vocación; la invocación del gobierno del PP, casi siempre fue en tono negativo. El otro eje de importancia que señaló fue la participación ciudadana, y también será bienvenido si su implementación es ágil y efectiva, por aquello de no caer en la bacuidad asamblearia constante; veremos. En estas propuestas programáticas también deberíamos enmarcar lo que Ribó calificaba de emergencia social: «casi una de cada tres personas que viven en Valencia se encuentra en el umbral de la pobreza». Su apuesta es la corrección de la pobreza energética y el derecho a una vivienda digna -este último, recogido como tal en el Constitución-; estaremos atentos a su promesa de poner en marcha «un plan de choque que garantice los derechos básicos de todas las personas». El paro, aun a pesar del poco o ningún margen que desde el Ayuntamiento se tiene para atacar esta lacra, se ha comprometido a intentar atajarlo, y una de sus apuestas será la rehabilitación de viviendas para resolver dos problemas a la vez. También tuvo palabras para los barrios (equipamientos culturales, limpieza, mejor conexión con el centro de la ciudad, etc.), guiños a los colectivos LGTB, a nuestros músicos y hacia los creadores valentinos. Otro aspecto por el que parece querer apostar el nuevo equipo de gobierno es el turismo (en este caso coincidente con la anterior corporación municipal) y la huerta; para esta última, anunció, y no podemos más que aplaudirlo, la creación de una concejalía de agricultura y huerta. La apelación al I+D+i, como el mismo Ribó hizo, la dejaremos por el momento entre paréntesis, pues más allá de nombrarla, no anunció ninguna propuesta concreta. También se acordó Ribó de los funcionarios muncipales, a los cuales dijo aspirar a tener más en cuenta -¡qué para eso están!-; de ser así, nos faltaría saber cómo afectará esta dinámica a la contratación de personal de libre designación de los grupos políticos municipales, verdadero coladero de amiguismos y nepotismo. Fuera del discurso quedaron el deporte, tanto el de élite como el de base, y sobre todo los medios de comunicación públicos municipales. ¿Piensa el señor Ribó reabrir la televisión pública municipal que la crisis se llevó por delante?, de ser así, ¿será en valenciano?, y una radio municipal, ¿hay planes para ponerla en marcha?. También se cayó del discurso la limitación de la ocupación del cargo; estamos convencidos que por muy bien que lo haga un alcalde, ocho años son suficientes para desarrollar un programa de gobierno, incluso su continuación la puede llevar adelante otra persona que “refresque” la administración.
Los gestos son importantes y sí Ribó afirmó que devolvía la “vara de mando” en el mismo momento de tomar posesión del cargo de alcalde, prefiriendo el diálogo, estaría bien que ese diálogo no fuera arbitrario. Demostrará todavía más su valía personal y política si sabe estar por encima de tópicos y raona justamente en aquellas entidades centenarias que desde el ámbito cultural se muestran a priori más alejadas de sus planteamientos. Sí, evidentemente nos referimos a Lo Rat Penat y la Real Acadèmia de Cultura Valenciana, que una cosa estar en la oposición, y otra bien distinta, en el gobierno. Por el bien de la ciudad, de la cultura y la lengua valencianas, estamos convencidos que se encontrarán, como anunciara en los micrófonos de NewsFM su disposición a hacerlo. Dada la sensibilidad que los temas identitarios despiertan entre nuestra sociedad, haría bien Ribó de aplacar esos fuegos. En este contexto también incluimos las fiestas populares y en particular las Fallas, para las que se comprometió a seguir trabajando para hacerlas Patrimonio de la Humanidad. Haría bien el nuevo alcalde de atender al arraigo popular que tienen las fiestas josefinas en nuestra ciudad, por no nombrar la batalla que, organizadas, pueden presentarles si surge el descontento; recordemos que como medida de fuerza y en los agitados años preestatutarios, este colectivo amenazó con no quemar los monumentos si se hacía oficial una simbología mayoritariamente rechaza por los habitantes del Cap i casal. Esperemos no se repitan ese tipo de esperpentos berlangianos.
Por último, un par de peticiones editoriales. A pesar de lo que diga la norma de l’AVL sobre el topónimo de la ciudad, usted sabe que nadie en ella lo pronuncia en valenciano con “e abierta”; además de contar con la opinión de filólogos tanto de este órgano, como de la RACV que abogan por su escritura con acento cerrado, es decir,Valéncia, sea usted valiente y atrévase a ser el primer alcalde que pone en valor esa cita de que una ley no es justa por serlo, sino que debe ser ley por ser justa. Cambie tan pronto le sea posible el topónimo para ser consecuente con la historia y sobre todo, con la pronunciación de sus convecinos. La otra, atendiendo a que el mismo primer edil se reconocía, por no haber nacido en Valencia, «valenciano por voluntad propia», por lo que le agradeceríamos, que adecuara su registro de lengua valenciana al de los habitantes de la ciudad. Si se es, se es para todo. No valen las excusas señor Ribó, el registro de lengua que utiliza es el de aquel ciudadano que acogimos en el Cap i casal con 18 años ahora hace aproximandamente 50. No caben las disculpas, si no el esfuerzo y la correción. Y por supuesto cuente con los 100 días de gracia, se los concedemos, los merece y los merecemos.