Educación, ¿elitismo o excelencia?

El ministro Wert pretende que los alumnos que no saquen más de seis y medio no puedan acceder a una beca. Y su conclusión es tajante: quien no sea capaz de sacar esa nota, debiera pensar en abandonar la carrera. La posición del ministro, que hasta ahora no ha sido arropada por su partido, merece algunas reflexiones.

Primera: no todas las carreras ni todas las materias tienen el mismo grado de dificultad. No es lo mismo, a efectos de esfuerzo y exigencia, Derecho que Arquitectura; o la mayor parte de las ingenierías. Muchas carreras, casi todas, tienen asignaturas “hueso” en las que naufragan incluso alumnos muy brillantes.

Segunda: el nivel socioeconómico de las familias tiene mucho que ver con el punto de partida de acceso de un estudiante a la universidad. No es lo mismo pertenecer a una familia de un entorno cultural alto que ser de procedencia humilde, de familias desestructuradas o cuyos componentes no hayan tenido la oportunidad de cultivarse y facilitar un entorno educacional similar al de otras familias con más recursos.

La universidad,  la capacidad de acceso a una carrera universitaria, la educación, debiera estar homologada por criterios democráticos que favorecieran la igualdad de oportunidades de todos los ciudadanos en función de su capacidad para obtener el título. Y la nota establecida para aprobar es el cinco. Quien apruebe con un cinco, obtiene el título. Y en su curriculum constará la calificación con la que terminó sus estudios.

Cultivar la excelencia es obligación de toda sociedad democrática; favorecer la excelencia exigiendo a los pobres más notas que a los ricos para acceder a la universidad es un trato discriminatorio e inaceptable. Es, sencillamente, elitismo.

Muchos de quienes necesitan una beca para pagar las tasas y los gastos de la universidad deberán obtener otros ingresos mediante el trabajo. En un universo de seis millones de desempleados, muchos integrantes de familias inmersos en esta tragedia colectiva, deberán hacer un sobreesfuerzo para poder aprobar las asignaturas de su carrera.

Apoyar a los que no tienen recursos para estudiar con una beca no es un regalo que se les hace a quienes la necesitan; es un derecho que se origina en la necesidad de equilibrar las desigualdades. Sobre todo en una sociedad en donde todas las estadísticas indican que la brecha entre los que más y menos tienen se está agrandando.

Lo que nos acaba de decir el señor Wert es que quienes tengan recursos para pagar sus estudios, lo podrán hacer y obtener el título con una media de cinco puntos en sus notas. Y los que no tengan recursos, deberán sacar una media de seis y medio para estudiar.

Elitismo censitario basado en la renta de los ciudadanos que concede la beca exigiendo un sobreesfuerzo a los que menos tienen sobre los que tienen más.

El PP cada día deja más clara su naturaleza en las acciones de esta crisis que son tendentes a la disminución de derechos en función del tramo de renta. Un retroceso en las conquistas democráticas de una sociedad que en cuarenta años había conseguido cotas de estado del bienestar que ahora se están destrozando. Y esta agenda ideológica se lleva a cabo aprovechando una crisis que recorta más en los tramos de población que más necesitan la solidaridad del estado.

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