Juan Vicente Pérez Aras, Diputado Nacional PP. Un Consell y una Legislatura agotados

El bipartito imperfecto

El pasado 24-M los resultados electorales en la Comunitat valenciana rompían la hegemonía, a pesar de ser la fuerza política más votada, del Partido Popular. Compromís, Ciudadanos y Podemos redibujaban el arco parlamentario de les Corts, generando un nuevo escenario que se cobraba la pieza de EU, que se quedaba como fuerza extraparlamentaria al no poder superar la barrera electoral. Un escenario que dinamitaba el poder institucional de la primera fuerza política que acusaba el desgaste de los años de poder y la acción demoledora de unos Medios espoleados por una oposición que se ensañaba en nuestra tierra, cerrando lo ojos ante otras más que evidentes muestras de corrupción allí donde la izquierda gobernaba o había ejercido el poder.

El modelo de bipartidismo imperfecto por el que según el Derecho Constitucional, «dos partidos son alternativas reales de gobierno, pero acompañados por otros más pequeños en los que debe apoyarse uno de los principales para gobernar», ha sido el modelo hegemónico en nuestra joven democracia. Un modelo que veía surgir una variación interesante en nuestra tierra a tenor de la escenificación del Pacto del Botánico, que venía a establecer una nueva «hoja de ruta» en la política valenciana. El nacionalismo de izquierdas y el nuevo populismo ejecutaban una estrategia calculada que venía fraguándose ante el contundente retroceso electoral del otrora todopoderoso PSPV. Surge así el bipartito imperfecto, donde PSPV y Compromís posan y Podemos les retrata.

Un nuevo modelo de gestión política transversal y deliberativo, que permitía a los socialistas alzarse con la presidencia del Consell, a pesar de haber cosechado los peores resultados electorales de su historia, quedando a merced de la pinza de Compromís-Podemos. Un Consell cremallera con un marcado sesgo ideológico, preparado para cumplir con un destino marcado por su memoria histórica, tras la eliminación política del adversario. Si en su momento se tenía que desligitimar los gobiernos populares, ahora hay que desligitimar también a la oposición popular. El juego del todo vale que tan bien ejecuta la Izquierda.

La sombra neomarxista y populista se ha ido extendiendo como una mancha de aceite, y no hay institución pública que se libre. El PSPV reina pero no gobierna, y su espíritu socialdemócrata queda rehén de aquellos cuyos principios propiciaron la ruptura de la IIª Internacional y la generación de la IIIª Internacional, el famoso komintern. Una presidencia del Consell que se mueve en arenas movedizas, ante la parálisis de un Consell deliberativo que sigue en modo oposición, es más comodo. Pasan las semanas y sus tan rimbombantes soflamas van quedando en la cuneta ante la realpolitik, la crudeza de la gestión diaria que se nutre de soluciones y gestión y no de demagogia. Todo queda en anuncios y en política de maquillaje ideológico, pues los únicos problemas de las personas parece que son unos crucifijos e imágenes religiosas, la asistencia a procesiones y poco más. Pobre bagaje para tanta expectación y tantos años de preparación en la oposición.

Todo es herencia ante la falta de discurso y de proyecto. Las personas han quedado relegadas por la ideología, por mucho que Puig se vaya de visita a la gran manzana, quizás para no ser partícipe de la movida política generada en su ausencia, por propios y socios, que vaticina tardes de gloria en nuestras plazas patrias.

Hoy, día de todas las Ánimas, se produce su ansiada visita al centro del poder del reino. Tras su cara más institucional, el President reivindicará una agenda auspiciada por ese nuevo bipartito imperfecto que desde el Consell gestiona nuestro destino. Un nuevo escenario condicionado por las legislativas de diciembre que pueden marcar un antes y un después en toda la arquitectura institucional cogida con hilos de nuestra geografía.

Los movimientos de las posibles coaliciones están calentando un ambiente que se suscita más que interesante. Los resultados pueden hacer saltar el juego de tronos de la política patría generado por populistas y emergentes. Un reto más para nuestra joven democracia amenazada por el secesionismo catalán, el otro eslabón perdido de nuestro bipartito imperfecto, que aguarda expectante un desenlace que puede condicionar su futuro.

 

Artículo escrito por Juanvi Pérez

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