Juan Vicente Pérez Aras, Diputado Nacional PP. Un Consell y una Legislatura agotados

El coste de oportunidad

La Política nos permite influir en el destino de nuestra tierra, de nuestro país, en el día a día de nuestros conciudadanos, porque los problemas se resuelven a través de la acción política. Un buen ejemplo de ello ha sido la amplia agenda reformista que hemos liderado para cambiar la fisonomía de un país sumido en su peor crisis, al borde del precipicio en 2011, para poder salir de ese agujero y poder generar oportunidades para todos. Eso es hacer Política. Una acción política que comporta costes, y una respuesta crítica por parte de la ciudadanía, faltaría más, gobernar no es fácil.

Pero a veces el propio ciudadano tiende a esquematizar demasiado estas cuestiones, con argumentos frágiles, reduciendo a un mero algoritmo una cuestión tan compleja como la política económica que hemos desarrollado. Pero detrás de esa política hay muchísimas decisiones, una voluntad y un esfuerzo por acertar en esos guarismos, en esas cifras mágicas que puedan garantizar el bienestar de las personas y el progreso de la sociedad en su conjunto.Decisiones y voluntad que se reflejarán en los PGE/16 que hemos empezado a debatir.

Que la economía española está creciendo hoy ya no se discute. Un crecimiento a la cabeza del mundo desarrollado que confirma esa diferencia de la realidad española desde una perspectiva inédita desde el punto de vista económico, y es que todo el crecimiento se está trasladando a la generación de empleo por primera vez en nuestra historia. La gran cuestión era y es generar empleo, el gran objetivo, propiciar un crecimiento intenso que dinamizara esa creación de empleo, y los datos están ahí.

En tan solo tres años hemos generado una dinámica reflejada en las cifras de 2015, confirmando un dato importante, que todo el crecimiento viene de la demanda nacional, lo que provoca que nuestra capacidad de financiación sea excedentaria frente al resto del mundo. Es decir, los españoles estamos generando el ahorro suficiente para devolver la deuda externa. Esta proyección económica nunca se había dado, lo que comporta un extraordinario avance en competitividad y un saneamiento financiero de los agentes económicos. Ello ha generado un aumento de la confianza en España que se refleja en los mercados, porque garantizamos la devolución de lo que debemos. Y aunque no haya bajado en términos netos la deuda externa, hay que apuntar un cambio cualitativo al desapalancar las empresas no financieras y las familias una cantidad equivalente al total de la deuda griega. Eso significa que en cada empresa, en cada familia ha habido una decisión para reducir su endeudamiento, lo que está permitiendo que España no se endeude más frente al resto del mundo.

Ahí están también las Administraciones Públicas, que en un exitoso proceso de generación de confianza han provocado que más de la mitad de su deuda la tengan acreedores internacionales. Inversores de todo el mundo, no Estados, que nos han comprado la deuda porque creen en España, entienden lo que estamos haciendo al combatir y reducir el déficit y lo respaldan. Al contrario que con otros países.

Una deuda pública importante que proviene del pago a proveedores, al fondo de liquidación autonómica (FLA), mecanismos especiales de financiación que han ido a la educación, la sanidad, los servicios sociales. Porque los recortes de los que nos acusan han sido pagar todo lo que se debía. Y aquí entra en juego el “coste de oportunidad”. Tanto en la economía como en la vida misma, todo tiene un coste de oportunidad: si hacemos esto, renunciamos a esto otro. Y eso es lo que un gobierno siempre tiene delante, si usted hace esto, está renunciando a hacer esto otro, de ahí la importancia de establecer prioridades.

Por eso este gobierno se centró en garantizar los servicios públicos, en pagar las facturas de toda España. Sí que hemos bajado los gastos corrientes de esos servicios, porque hemos pagado todo lo que se debía para garantizar la operatividad de los mismos. Una movilización financiera, un movimiento de la deuda para garantizar esos servicios públicos, incluso aquellos gestionados por otras Administraciones que habían llegado al colapso y que no podían pagar a sus proveedores, con todo lo que ello significa. Y eso es lo que el gobierno ha asumido, haciendo uso de su capacidad se ha hecho responsable y financiado al resto de Administraciones, mutualizando las deudas dentro de una política nacional.

Un relato que sirve de marco al debate sobre el techo de gasto como preámbulo de los PGE/16, un instrumento fundamental para consolidar este crecimiento que hemos conseguido entre todos, con mucho esfuerzo y sacrificio, simplemente aplicando el coste de oportunidad.

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