¿Urnas o playa?

El pacto a la valenciana no es ningún ejemplo

Pablo Iglesias pide en Madrid un pacto a la valenciana para el nuevo Gobierno estatal y yo me pregunto por qué no lo lleva a la práctica. En la Comunidad Valenciana Podemos no está en el Consell, prefirió apoyar la investidura de Ximo Puig con lo justo y necesario pero no formar parte de su Gobierno. No sé que frena a Pablo Iglesias hacer lo mismo que hizo aquí en su día Antonio Montiel.

También Mónica Oltra lo reclama en los medios de comunicación. Esto ya lo veo con algo más de sentido. Pero lo pone como ejemplo de gestión y buen gobierno y ahí es donde vuelvo a sorprenderme con las declaraciones de la líder nacionalista. El Gobierno puede ser ejemplo de algunas cosas, pero desde luego, de buena gestión, o mejor dicho, de algún tipo de gestión, no.

El pacto del Botánic se puede poner de ejemplo de disputas por el poder, de desconfianza extrema entre socios de Gobierno, de engordamiento de la Administración (digo engordamiento porque solo la hacen en grasa, no en músculo) y de crear unos presupuestos “ficticis”, pero de buena gestión, no. Es más, el Gobierno valenciano es un gobierno totalmente inoperante, diez meses después de su creación.

Hace bien Albert Rivera en desconfiar del pacto a la valenciana porque no solo la presencia de Podemos en un gobierno de España podría ser una catástrofe, también la de Compromís. Solo hace falta mirar en la Generalitat o en los municipios donde ha alcanzado la alcaldía. Su fanatismo nacionalista no le deja ver más allá de sus irracionales ideales. Crispación en las calles y problemas sin resolver son sus señas de identidad. El alcalde de Valencia, o València o Valéncia, con sus excentricidades, es un ejemplo. La alcaldesa de Bétera, que no quiere que los niños se acerquen a los militares españoles porque no son un ejemplo correcto para ellos, es otro.

Partidos que no tienen problemas en ir en las mismas listas electorales que terroristas y partidos son capaces de justificar los asesinatos del yihadismo, no pueden estar jamás en un gobierno de nuestra nación. Quizás Pedro Sánchez debería dejar de obsesionarse con ser presidente y dejar de tontear con quienes solo piensan desde la violencia, el rencor y la intransigencia. Confio en que acabe ganando esta batalla la sensatez y la responsabilidad.

Artículo de colaboración de Toni Subiela

Ir arriba