El papel ¿oculto? de Iberdrola en el culebrón del Júcar-Vinalopó

No quisiera pontificar porque no soy quien, pero sí hacer memoria, que con Google siempre es algo socorrido. Porque el culebrón en el que se ha convertido el trasvase Júcar-Vinalopó se prolonga desde hace más de una década. Este folletín interminable basado en provincianismo barato, en el enfrentamiento forzado entre alicantinos y valencianos, hiere especialmente porque siendo un conflicto político viene revestido de consideraciones técnicas e informes que, cual Guadiana, emergen cíclicamente para concluir siempre lo mismo, esto es, literalmente lo contrario, según de quién procedan. Son refritos de ingeniería que, una y otra vez, ocultan lo sustancial: que entre valencianos sí puede haber ‘agua para todos’ pero que no puede haberla para ‘todo’. En las últimas semanas, con motivo de las alegaciones presentadas al Plan de Cuenca del Júcar, se han vuelto a presentar otros tantos…. y ya cansan…

El debate parecía superado y el tiempo había logrado cicatrizar las heridas abiertas cuando, de la mano del PSPV y con el Gobierno de la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, se impuso la cordura (me cuesta conjugar ‘cordura’ con ‘Narbona’ , la finiquitadora del trasvase del Ebro y la promotora de las desaladoras hoy paradas, pero es lo que tiene). En 2005, efectivamente, se decidió cambiar la toma del trasvase de Cortes de Pallás al Azud de la Marquesa y los regantes tradicionales del Júcar comenzaron a respirar algo más tranquilos. Llegado 2014 la amnesia que provoca el día a día, nos ha hecho olvidar pero el tiempo –como gustaba de repetir José María García en las ondas- “es ése juez que da y quita razones y que coloca a cada cual en su lugar”. Apelo pues a su memoria para recordar los episodios más inefables de un serial que, por poco inspirado en la agricultura y el riego y por su interesado color político –aunque valenciano- nunca podría haberse titulado ‘L’Alquería Blanca’. Sí, busquen en Google y les propongo algunas etiquetas ‘Juan Carlos Ferrero’ (el tenista metido a promotor), ‘Andrés Martínez’ (el supuesto agricultor representante de los regantes alicantinos), ‘campos de golf’ o ‘embotelladora de Danone’. Recaben los artículos de la hemeroteca virtual pero, no se esfuercen porque supongo que ya se sitúan y se harán cargo de a qué tipo de culebrón me refiero. No es la ‘Alquería Blanca’, ya digo… más bien me recuerda a ‘Dallas’.

Cortes La Muela

No, no reverdeceré aquella nefasta etapa del pelotazo urbanístico camuflada de intereses agrícolas pero sí les pediré que añadan en esta búsqueda a un nuevo y nada inocente actor, Iberdrola. En materia hidroeléctrica, Iberdrola es como la banca en los casinos, siempre acaba por ganar. Y ahora sí, me permito concretar que fue en 2005, al poco de anunciarse el cambio en la toma, cuando la propia Narbona le puso cifras al negocio que la vasca había planeado de la mano del anterior Ejecutivo y aportó un porqué a su decisión de cambiar la toma a la desembocadura del río: 400 millones (sí de euros) era la cifra que dijo reclamaba la multinacional como indemnización por los derechos industriales, por el lucro cesante que suponía dejar de turbinar el agua que hubiera marchado desde su central en Cortes al Vinalopó. La cifra fue tildada de “exagerada” pero Iberdrola calló. Tuvo que ser, la empresa estatal Aguas del Júcar, casi dos años después y ya formalizado el cambio en el trazado, la que desvelara que la exigencia de la eléctrica se había canalizado a través de un recurso ante el Supremo en el que se reclamaba más de dos millones de euros al año, además de la repercusión a los usuarios del pago de la obra y de los costes de explotación de la misma. Considerando los plazos de amortización del trasvase, la cifra avanzada por Narbona podría ser inflada pero desde luego tenía todo el sentido.

Desde entonces, Cortes de Pallás ha pasado a ser ‘la joya de la corona’ de Iberdrola. En octubre del año pasado, el Príncipe Felipe y el presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, acudieron a la inauguración de la mayor central europea de bombeo de agua, en la que –desde aquel desestimiento del recurso al Supremo- se han invertido 350 millones de euros. ¿Qué pediría ahora Iberdrola si se retoma el proyecto desde Cortes?

Rafa Quilis

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