El pescado vendido (de los partidos)

La campaña electoral que nos ha llevado a la celebración del las elecciones europeas este próximo domingo, día 25, apura sus últimas horas para satisfacción de unos partidos, indolencia para otros e incertidumbre para otros tantos.

A estas alturas nadie puede negar que la campaña ha discurrido bajo el síndrome del perfil bajo, pero no por ello hay que dejar de lado los múltiples interrogantes y reflexiones que han acompañado a las diferentes formaciones y cabeza de lista durante estos días.

Porque también resulta innegable que estos comicios se han convertido en el punto de partida de un nuevo encuentro con las urnas que tendrá lugar el próximo año y que marcará el futuro de muchas regiones y municipios españoles, al que habrá que sumar previsiblemente la celebración de unas elecciones generales.

Es decir, los partidos han afilado las armas y se preparan para la gran cita de 2015, y eso es algo que se ha notado y mucho en esta campaña electoral, a pesar de su teórico perfil de corto recorrido.

Y a partir de este punto, en España tenemos mucha costumbre de desdeñar aquello que no entendemos o que no consideramos importante en exceso, porque pensamos que el «pescado ya está vendido». Y puede que tengamos razón, pero eso es algo relativo.

Entre otras cosas, porque corremos el peligro de caer en un profundo error, ya que estas elecciones europeas son vinculantes y lo serán mucho más durante su legislatura de cinco años.

Esto es porque además en España tendremos dos citas electorales en ese periodo de 2014-2019, tanto a nivel de generales como de municipales y autonómicas, y durante ese periodo Europa está llamada a decir muchas cosas, sobre todo en clave económica.

La UE camina actualmente en un híbrido de unión entre los pueblos, pero más fraternal que otra cosa, porque al mismo tiempo que se debaten medidas con carácter interminable el tiempo pasa y no se alcanzan acuerdos básicos que permitan fortalecer un modelo que interesa a todos, pero que también se desprecia.

Es algo difícil de entender, a priori, pero no lo es tanto si tenemos en cuenta los intereses de cada estado miembro. En lo que se refiere a la economía, por ejemplo, la UE está lejos de tener un modelo real que le permita ganar en eficiencia y competitividad respecto a países de Asía o los EE.UU.

Y por qué se produce esta situación? Pues para empezar porque a Alemania le interesa más que a nadie un juego donde se ve ganadora por la protección de su economía, ya que es muy discutible el equilibrio de sus bancos. Y por eso no busca acelerar la Unión Bancaria, o también porque aún con la fortaleza del euro tiene aseguradas sus exportaciones debido al posicionamiento mundial de su industria del automóvil, entre otros sectores estratégicos.

Y así podríamos seguir con un largo etc. ya que además, el Bundesbank mueve los hilos del BCE a su antojo, permitiendo la Europa de dos velocidades que tanto perjudica a los países del sur y donde se encuentra España.

Ángela Merkel juega al gato y al ratón al son de sus intereses mientras ahoga al continente con un modelo austero que genera paro sin cesar, y que está permitiendo peligrosamente la aparición de partidos políticos radicales que pueden dinamitar la UE en los próximos años.

Es decir, Alemania quiere la Unión para lo que le interesa, e incluso se atreve a pregonar una gran coalición para presidir la Comisión Europea, el órgano vital del poder comunitario en Bruselas, antes de la celebración de los comicios, en un ejercicio de soberbia de difícil digestión para otros miembros de la UE.

Y al mismo tiempo, otros países como Francia se vuelven cada vez más euroescépticos, siguiendo su tradicional modelo anti sistema que cada vez corre más peligro de auto dinamitarse, que se lo preguntan a Hollande, mientras que otros socios comunitarios se mueven al compás de un euro que dicta sentencia con aquellos que no siguen sus parámetros.

Por tanto, a Europa hay que considerarla muy importante para los próximos años, y los partidos deberían haber aprovechado la campaña para explicar a la ciudadanía con mayor profundidad las ventajas e inconvenientes de una UE que camina titubeante con un modelo indefinido al que todavía le quedan muchas cosas por pulir.

Tal vez demasiadas para sobrevivir a tantos intereses entrelazados, lo que induce a pensar a los ciudadanos que realmente «el pescado esté vendido», aunque para eso, queda mucho camino por recorrer, incluso para Alemania.

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