William Vansteenberghe

El síndrome turco

Europa y su Unión no serían nada sin una palabra que resuena insistente en todos los acuerdos, consenso. Palabra de agradable sonido y de amables intenciones, ha ido perdiendo su valor para los que saben que pactar a la baja, es reportar el problema crecido, a mañana.

El verdadero motor de la Unión, es la palabra crisis, esta se impone sin paliativo a la lentitud del consenso, y tras el tiempo necesario para superar el asombro y los malos usos que nos empujan a no tomar decisión definitiva, deprisa y de forma poco elaborada, casi a tientas, tomamos una decisión sin paliativos, a la Tocqueville.

Los españoles, pueblo sagaz, debería ser la primera nación en reconocer la inutilidad del Parlamento europeo  en su formato actual, ya que las decisiones, las verdaderas, se toman en reuniones de Estado, con la presencia de todos sus presidentes, y al Parlamento le dejan discutir, el consenso. Digo pueblo sagaz, ya  que nosotros en España tenemos el mismo problema, el Senado, cementerio donde las viejas ballenas al fin descubren el paraíso sin capitán Ahab.

Ayer fue la crisis económica resuelta a hachazos administrativos, bajo la tutela de Alemania y del Ecce Homo Draghi.

Hoy, la crisis migratoria, larvada, desde hace más de 50 años, herencia envenenada de la descolonización. Esta última nos ha vuelto a colocar lejos del consenso, y en los brazos de la premura.

En tiempos de  Giscard d’Estaing, habríamos dejado entrar Turquía en Europa, pero hoy derrotados por la inexistencia deuna política interior europea coherente, es la Unión la que entra en Turquía.  Y no cualquier Turquía, la deMehmed II, la que quiere las puertas de Viena para adornar la Sublime Puerta.  Recordaremos el día de hoy ya que heredamos sin paliativos, la política expansionista de Erdogán, el cuál además de conquistar Europa, pagado por ello, cabalgará a nuestros lomos hacía su Oriente, a reconquistar lo que Sykes-Picot undía le arrebataron.

Pero quizás, solo quizás, nos quede un arma para frenar nuestra expansión hacia el Oriente, que nos sentemos a buscar un consenso.

Artículo escrito por Guillermo Vansteenberghe

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