¿Es la moda una obra de arte?

Desde que tengo uso de razón recuerdo ver los desfiles de las grandes semanas de la moda a través de los resúmenes que hacían los informativos de cada jornada.

Siempre he sentido una gran atracción por el arte del corte y la confección, quizá porque tengo la suerte de contar con una modista profesional en la familia y varias aficionadas al diseño y patronaje, y a lo largo de los años he admirado algunas prendas y complementos como si de obras de arte se tratasen.

Esta es, sin lugar a dudas, la eterna discusión entre diseñadores, historiadores y coleccionistas que distan mucho de llegar a un acuerdo en cuanto a considerar la moda como una expresión artística más.

Pero, ¿dónde está el límite que separa la costura del arte?.

Algunos profesionales cuestionan la funcionalidad de la moda en los museos preguntándose si tiene algo más que expresar más allá de su finalidad comercial y estética.

De hecho, algunas opiniones consideran que una prenda no dice nada por sí misma ya que su vida, historia y personalidad va de la mano de quién la llevó puesta y qué supuso en ese momento concreto para la sociedad.

El debate es tan amplio como controvertido. Tanto, que algunas firmas han comunicado su decisión de abandonar el prêt-à-porter para centrarse en la línea de haute couture o, lo que es lo mismo, alta costura.

De acuerdo con algunos diseñadores de moda contemporáneos, considero que la moda tiene sentido cuando las personas llevan puesta la ropa creada por estos artistas. Cualquiera que sea la escala del consumo, las prendas, calzado y complementos que adquirimos tienen la misión de ser usados, no para dejarlos colgados en una percha y admirarlos.

Por supuesto, tengo que admitir que hay muchos artículos que considero obras de arte, bien por su perfecta estética o bien por ser iconos históricamente asentados en el mundo de la moda que, probablemente, nunca llegue a comprar aunque, si lo hiciera, los sacaría a pasear bien orgullosa y momentáneamente satisfecha.

Lo que sí es cierto es que ambos universos mantienen una muy estrecha relación.

Son medios de expresión de gran potencia que tienen su origen en la creación de objetos bellos y capaces de emocionar.

Porque, ¿a quién no le ha caído alguna vez la baba mientras admiraba unos So Kate de Christian Louboutin, la chaqueta Bouclé de Chanel o el bolso Alma de Louis Vuitton?.

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